Cientos de familias mostraron ayer su indignación por la paralización de las obras de construcción del nuevo colegio Bracal de Muro con una multitudinaria concentración y «pitada» en la plaza Matzem. La comunidad educativa exigió a la Conselleria una solución y transmitió la «impotencia» que siente después de doce años en barracones. El director de Infraestructuras Educativas, Víctor García, asistió a la protesta para dar explicaciones y carga contra la empresa por «incumplir los plazos» de ejecución.

La comunidad educativa del colegio Bracal de Muro salió ayer a la calle para mostrar su hartazgo ante la paralización de la construcción del nuevo centro. Esta misma semana la Conselleria de Educación les transmitía la decisión de rescindir el contrato con la empresa adjudicataria por el incumplimiento en los plazos de ejecución y por exigir ésta una modificación del proyecto que suponía, según el propio director de Infraestructuras Educativas, Víctor García, la utilización de peores calidades y, por consiguiente, menor seguridad.

El responsable autonómico, tras la reunión y al conocer la intención de la AMPA de convocar una concentración, decidió asistir para mostrar su apoyo a una comunidad educativa que lleva en barracones doce años. Durante este tiempo, sobre todo en los últimos cursos, vienen sufriendo el deterioro de las aulas prefabricadas, llegando a tener que suspender las clases cada vez que se producen fuertes lluvias.

García, ante las familias de los cerca de 450 alumnos afectados reiteró que la Generalitat ha firmado de forma simultánea la rescisión del contrato con la constructora y la nueva licitación de las obras, a fin de agilizar los trámites lo máximo posible. Con todo, como mínimo no se podrán reanudar los trabajos hasta pasado seis meses, lo que supone, que nuevamente los escolares de Primaria tendrán que pasar otro curso más en las desgastadas infraestructuras que se instalaron en su día como medida provisional.

La presidenta de la AMPA, Rebeca Ferrer, manifestó que «hoy hablamos claro. Estamos hartos de este mundo de mentiras e intereses», así como que «tenemos la sensación de que solo importa nuestra escuela cuando llegan elecciones y no vamos a permitir que jueguen con la educación de nuestros hijos».

Los propios niños también expusieron que cuando llueve se les moja el material, que el viento mueve las aulas, que pasan calor en verano y frío en invierno, que el olor del humo de las fábricas que rodean los barracones es «insoportable», que no hay ningún espacio de sombra en el patio y que, por supuesto, «queremos una escuela de obra como la del resto de niños».

Si bien Víctor García fue claro en los pasos que a partir de ahora va a seguir Educación, también lo fue al afirmar que reclamarán a la empresa indemnizaciones y responsabilidades porque «estos niños no merecen estar ni un mes más en barracones».

También el alcalde, Gabriel Tomás, expresó el «cabreo» que esta situación está generando en todo el pueblo y aprovechó para exigir a la Conselleria que subsane todas las deficiencias de las aulas prefabricadas para que el tiempo que tengan que continuar allí los alumnos «estén en las mejores condiciones posibles».