«El domingo bajamos a Bocairent, porque no teníamos pan. Allí el súper no estaba abierto, así que al volver pasamos por la tienda del camping de Mariola y compramos una barra y un par de zumos». Fue el último contacto con la civilización de Ana y Edgar antes del paso de la borrasca Gloria.

Desde entonces, domingo a mediodía, cuando empezaron las precipitaciones, ambos han permanecido completamente aislados, «solo con lo puesto», en la caseta en la que viven desde hace apenas dos semanas, a unos cientos de metros de la urbanización del Pinatell, en plena sierra de Mariola.

El martes por la noche, dos bomberos y dos guardias civiles del GERA pudieron alcanzarles esquiando para llevarles dos sacos de comida, que ya les empezaba a escasear, por lo que ayer pudieron hablar con este periódico ya sin la sensación de peligro en el cuerpo. «Sabíamos que venía un temporal, pero no podíamos esperar nada parecido a lo que ha acabado cayendo», contaba ayer Ana, más relajada después del paso de la borrasca y ya a la espera de que volviesen a abrir la carretera. La nada desdeñable cantidad de nieve que pintó varias localidades de la Vall d'Albaida durante la borrasca palidecía al lado del panorama en la Sierra de Mariola.

Los datos oficiales hablaban de unos ochenta centímetros; «a pesar de que ya se ha empezado a derretir, aún hay como un metro de nieve», comentaba ayer Ana, impresionada. «Soy de Benidorm, ¿qué voy a esperar? Hemos llegado a pasar mucho miedo», añadía.

No cabe duda de lo traumático de la experiencia. A la ventisca que azotó la zona y la inmensa cantidad de nieve se le han añadido las dificultades para comunicarse, «incluso con el 112», por la escasísima cobertura telefónica de la zona. «Hemos podido contactar con la academia a la que vamos, y con nuestros familiares, para que supieran que estábamos bien», contaba Ana.

Por otro lado, la caída de dos torres de alta tensión provocó un apagón en toda la zona de la urbanización del Pinatell, que ha permanecido sin luz desde entonces. Ana y Edgar han pasado la borrasca calentándose con la chimenea de la casa, preparada para el frío de este tipo, y con la luz de un motor. «Pero tenemos gasolina solo para aguantar hasta mañana», contaba ayer.

Insulina en helicóptero

Edgar y Ana no eran las únicas personas aisladas en esta zona del término de Bocairent: otro grupo se encontraba en el Mas de Mariola, según informó el alcalde de la localidad, Xavier Molina, y otra familia permanecía en una chalet del Pinatell. Ayer por la mañana, un helicóptero fue movilizado para asistir a este último grupo, en el que una mujer necesitaba insulina.

Según explicaron fuentes policiales, familiares habían avisado al 112 de la necesidad de una de ellas de su tratamiento, por lo que los bomberos organizaron ayer un dispositivo para acercarles estas medicinas por vía aérea.

A lo largo de toda la tarde del miércoles, brigadistas de la Diputació y los refuerzos aportados por el Ayuntamiento de Bocairent estuvieron trabajando sobre la carretera CV-794 entre la localidad de la Vall d'Albaida y Alcoi, que traviesa la Mariola y conecta la urbanización del Pinatell y el camping. Sobre las siete y media de la tarde llegaron al entrador de esta zona, hasta donde abrieron un carril para permitir el paso de los vehículos autorizados para aportar suministros a las personas atrapadas allí y para que efectivos de Iberdrola solucionasen la incidencia con el suministro eléctrico.

Los trabajos continuarán hoy con el objetivo de abrir cuanto antes la carretera y habilitar el paso del tráfico; sin embargo, la estrechez de la calzada y el espesor de la nieve, convertida prácticamente en hielo con el paso de los días, dificultan los esfuerzos, por lo que ayer el alcalde de Bocairent aún no podía determinar el tiempo que llevaría recuperar la normalidad. Edgar y Ana, como el resto de personas aisladas en la Mariola, siguen a la espera.