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Juan Fuster: «España está muy bien en fútbol pero no tanto en investigación»

Acaba de ser nombrado delegado institucional del CSIC en la Comunidad

Juan Fuster se muestra crítico con el bajo nivel de inversión en ciencia.

Juan Fuster, nacido en Alcoy hace 59 años, es un experto reconocido internacionalmente por sus trabajos sobre medidas de precisión, además de por sus trabajos innovadores tanto en el análisis de datos como en el desarrollo de nuevos detectores de partículas. Ha sido director del Instituto de Física Corpuscular, gestor del Plan Nacional de Física de Partículas, coordinador del Área de Ciencias Físicas del CSIC y presidente de la Comisión de Partículas y Campos de la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada. Entre otros reconocimientos, Fuster obtuvo en marzo el Premio de Investigación Humboldt, uno de los galardones más prestigiosos a la trayectoria científica que se otorgan en Alemania. Ahora asume el cargo de coordinador en el CSIC en sustitución de José Pío Beltrán, que se reincorpora como profesor al Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas.

P ¿Qué supone para usted el nombramiento del que acaba de ser objeto?

R Por un lado lo considero como un reconocimiento a mi trayectoria, pero también me lo tomo como un reto y un honor. Lo acepto con responsabilidad y mucha motivación, para continuar promocionando la ciencia y trabajando por la Comunidad Valenciana y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

P ¿Cuál será su misión?

R Mi papel será el de fomentar y potenciar las relaciones con las instituciones autonómicas y las universidades, además de conectar a los centros y sus investigadores con la organización central. Que en Madrid sepan lo que necesitamos y también lo que hacemos.

P ¿Cuál es el nivel de implantación del CSIC en la Comunidad Valenciana?

R Contamos con un total de once centros de investigación, tres propios y ocho compartidos con universidades y también con la Generalitat, y todos ellos además muy bien valorados. En el caso de la provincia de Alicante tenemos el prestigioso Centro de Neurociencias de la Universidad Miguel Hernández y se trabaja para la puesta en marcha del Instituto del Envejecimiento en el parque científico de la UA, que puede aportar mucho en este campo.

P ¿Se le está prestando la debida atención a la ciencia en España?

R España está muy bien en fútbol pero no tanto en investigación. Los números están ahí para demostrarlo, y la realidad nos dice que nuestro país invierte menos en ciencia que muchos otros. Aquí, concretamente, se invierte un 1,2% del PIB en esta materia, mientras que la media europea se encuentra en el 2,2%. Otros países de nuestro entorno se encuentran en el 3% y China tiene como objetivo llegar al 5%. Eso quiere decir que los que hacen ciencia en España son unos héroes, y también nos hace plantearnos qué tipo de futuro queremos para nuestros hijos: uno de sueldos bajos basados en la competencia por producir barato, u otro de salarios altos porque saben hacer cosas que los demás no saben hacer. Yo siempre hago referencia a una cita del investigador Jorge Wagensberg que es muy ilustrativa en este aspecto: «Creen los países pobres que los países ricos hacen ciencia porque son ricos, mientras que los países ricos saben que si son ricos es porque hacen ciencia».

P ¿Por qué les cuenta tanto a los políticos invertir en esta materia?

R La ciencia es complicada, desde el punto de vista de que para tener resultados hay que pensar como mínimo a medio plazo. Y eso va en contraposición con las políticas cortoplacistas que imperan en estos momentos.

P ¿Los jóvenes que se decantan por la ciencia tienen un futuro laboral más o menos claro?

R Ese es el problema. Aquí parece que existe el concepto de que todo el mundo que termina una tesis tiene que dedicarse a la investigación, y no tiene por qué ser necesariamente así. Los que no lo consiguen se sienten frustrados, e incluso se quitan el doctorado del currículum porque lo ven como un obstáculo para encontrar determinados trabajos. Mi teoría es que hay que cambiar de mentalidad e imitar, por ejemplo, a Alemania, cuyas grandes empresas se nutren de personas que han cursado estudios de ciencia. El reto está precisamente ahí, en un cambio de mentalidad que permita a nuestras empresas aprovechar el tremendo potencial de estos jóvenes, evitando al mismo tiempo que se marchen a otros países. Además, estoy convencido, el nivel competitivo de nuestro tejido empresarial subiría de forma notable.

P La ciencia también aborda el cambio climático, un problema que está de más actualidad que nunca...

R Es que el cambio climático es un hecho; no se trata de un problema de apreciación. Si miras una foto del glaciar del Montblanc de hace cien años verás que está a dos kilómetros del pueblo, y ahora está justo al lado. Toda la vida del universo, al menos que nosotros sepamos, está concentrada en la franja de 20 kilómetros de espesor que hay desde los fondos marinos hasta el Everest, y debemos ser capaces de cuidarla. Nuestros hijos van a heredar una deuda económica y otra medioambiental y eso no lo podemos consentir. Los políticos piensan en mantenerse cuatro u ocho años, y por eso no piensan a más largo plazo. Pero no es cosa solo de ellos, hace falta un cambio de mentalidad del conjunto de la sociedad.

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