Cocentaina despidió ayer sus Fiestas de Moros y Cristianos con la tradicional batalla de arcabucería. El fuerte estruendo de las armas marcó una jornada en la que los festeros quemaron cerca de 500 kilos de pólvora y se registró un ligero aumento en la participación, todo ello pese al incremento del precio del explosivo.

El temblor provocado por el disparo de los arcabuces y el intenso olor a pólvora impregnaron ayer las calles más céntricas de la Vila Comtal. El conocido como día de «Els Trons» arrancó a primera hora de la mañana con las guerrillas a las faldas de la Sierra de Mariola para anunciar el inicio de la última, pero intensa, jornada de las Fiestas de Moros y Cristianos.

La plaza del Pla volvió a ser el epicentro de los festejos, en esta ocasión con motivo de la representación de la Estafeta y la Embajada Mora. Rubén Vilanova Domínguez, arropado por familiares y amigos, fue el encargado de declamar el tradicional texto que da paso a la contienda entre los dos bandos cada año.

Pero antes de los primeros disparos de arcabucería, en la emblemática plaza se representa cada año la quema de Cocentaina por parte de las tropas árabes en 1304. Un acontecimiento histórico que provocó que los vecinos de la localidad sean conocidos con el sobrenombre de «Socarrats». Durante su reproducción, los contestanos impregnan el castillo de Fiestas y todo su entorno de un intenso humo rojo que simula las llamas que arrasaron la villa.

Acto seguido, el estruendo de las armas ensordeció al público presente y dio paso a una intensa lucha en la que las huestes moras se hicieron con el poder del municipio, pero no por mucho tiempo. Tras un receso para comer y reponer fuerzas en las filaes, los festeros salieron de nuevo a la calle por la tarde para asistir a la Estafeta y Embajada Cristiana, protagonizada por David Pascual Bonet.

De nuevo, moros y cristianos se enfrentaron detonando sus arcabuces hasta que los segundos lograron la reconquista de la Vila Comtal. Entre los dos actos, el matinal y el vespertino, se utilizaron cerca de 500 kilos de pólvora. No obstante, cabe recordar que la localidad logró el explosivo gracias a las gestiones de la Junta de Fiestas y de la Unión Nacional de Entidades Festeras de Moros y Cristianos (UNDEF), aunque a un precio un 40% superior que en los últimos meses.

Ni el precio ni las dificultades administrativas a las que se enfrentan tanto entidades como festeros desde la implantación de la nueva normativa que regula el uso de pólvora en este tipo de celebraciones mermó la vistosidad del Alardo contestano. Todo lo contrario, «este año ha participado más gente, ha habido un ligero incremento», explicaba el presidente de la Junta de Fiestas, Hipòlit Borrás.

Las Fiestas finalizaron ayer con el traslado de la imagen del Sant Hipòlit del Raval desde la iglesia de la Virgen del Milagro a la parroquia del Salvador. El balance «es positivo» y los actos han transcurrido a lo largo de las tres jornadas «sin incidentes destacados».

Un error administrativo deja a los Sahorins sin disparar

La filà transcribió mal el nombre del tirador y no recibió el pertinente permiso para participar en el Alardo

Un error administrativo provocó que la Filà Sahorins no participase ayer en el Alardo. Al parecer, según ha explicado el presidente de la Junta de Fiestas, Hipòlit Borrás, cuando la entidad tramitó la documentación necesaria para solicitar los permisos transcribió mal el nombre del tirador, y por tanto ni él ni los porteadores percibieron la pertinente autorización para formar parte en los actos de disparo de arcabucería.

El suceso ha provocado cierto malestar entre algunos integrantes de la filà afectada, pese a lo cual «se lo han tomado, dentro de lo que cabe, bien», ha recalcado Borrás.

Aunque la información era algo confusa en la población, desde la Junta de Fiestas han querido destacar que no ha habido ningún incidente y que la nula participación de dicha entidad festera en las actos de Alardo se debió única y exclusivamente a «un error administrativo».

En este sentido, Hipòlit Borrás también ha explicado que «els Sahorins tenían a muy poquitos festeros que iban a participar», por eso el error en el nombre del tirador «ha dejado al resto fuera».

El responsable de la Junta, en su últimas fiestas al frente de la entidad, ha querido restar importancia a un hecho «aislado» que no tiene nada que ver con la Junta y al que «no hay que dar más vueltas».

Si bien en esta ocasión los Sahorins no han podido formar parte de las batallas de arcabucería, éstos no supone que el próximo año suceda lo mismo, puesto que la solución pasa por subsanar el error cuando vuelvan a presentar la documentación pertinente de cara a los próximos Moros y Cristianos.