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Un examen de cuatro años en Alcoy

La oposición municipal se juega recuperar su credibilidad, mientras que los socialistas ya no contarán con la excusa de la escasez de efectivos

El alcalde socialista, Toni Francés, con los bancos de la oposición al fondo, en el primer pleno de actual legislatura. juani ruz

Las urnas hablaron el pasado 26 de mayo y dejaron a los socialistas de Alcoy a un sólo concejal de la mayoría absoluta tras ganar tres. Un reconocimiento a la labor de un gobierno en minoría que en la pasada legislatura tuvo que lidiar con una mastodóntica oposición que, sin embargo, obtuvo unos resultados discretos, por no decir simple y llanamente malos.

A la hora de analizar las razones por las que el PSOE ha salido bien parado, habría que hacer referencia a la que ha sido la tónica predominante en la mayor parte de los municipios, donde los electores han avalado la labor de los alcaldes. En el caso de Alcoy, Toni Francés, en su segunda legislatura, ha estado al frente de un ejecutivo en minoría que con sólo nueve concejales ha desarrollado una labor efectiva, sin salidas de tono, en la que con el apoyo del gobierno autonómico ha reforzado las políticas sociales y de empleo, y ha dado salida a asuntos enquistados como la renovación de la contrata de basuras y, sobre todo, la reapertura del IVAM-CADA. La reurbanización de la calle Entenza es otro de los logros. Más allá de eso, es una evidencia que no se han ejecutado grandes proyectos, pero se han sentado las bases para que se conviertan en realidad en esta legislatura, en referencia al parque tecnológico de Rodes, el polígono de Pagos o la rehabilitación del área arqueológica del Molinar.

Se podría pensar, por tanto, que todos los méritos de los buenos resultados han sido de los socialistas, pero también ha tenido mucho que ver la labor ejercida por una oposición que, a la vista de su tamaño, lo tenía todo a favor para ponerle las cosas muy complicadas a Francés y los suyos. Sin embargo, la labor del conjunto de los partidos ha sido de un perfil muy bajo, sin poner en ningún tipo de compromiso al ejecutivo pese a su fragilidad en cuanto a número de concejales. Cuestiones como la falta de desarrollo de suelo industrial o el retraso en los proyectos estrella han pasado de puntillas, sin hacer mella en el gobierno.

Por si esto fuera poco, la elaboración de las candidaturas acabó por decantar la balanza. Mientras el PSOE apostaba por la continuidad, con un Toni Francés que, eso sí, decidía volverse a presentar tras haber asegurado que sólo iba a estar dos legislaturas, el resto, al parecer, decidía ponerle las cosas incluso más fáciles. El PP es el único que movió ficha para darle un giro radical a su lista electoral, encabezada de forma sorpresiva por el conocido periodista radiofónico Quique Ruiz, que además se rodeaba de personas de confianza y conocidas en distintos ámbitos de la sociedad alcoyana. El deterioro de la marca, sin embargo, no le dio para más que para igualar los cuatro concejales que los populares ya tenían en la anterior legislatura.

Sorprende que no pudieran aprovechar el «harakiri» colectivo de Ciudadanos, donde la dirección nacional decidía pasar por alto la propuesta de la agrupación local de situar al edil José Miguel Antolí al frente de la candidatura, y apostaba por la diputada Rosa García, que suscitaba un fuerte rechazo interno. El exalcalde Jorge Sedano, además, le daba la puntilla a la formación naranja anunciando que se daba de baja de la misma a escasos días de las elecciones. ¿El resultado? La pérdida de la mitad de la representación, para quedarse en sólo dos ediles.

Capítulo aparte merece el caso de Guanyar y Podemos, en lo que supone una nueva evidencia de la incapacidad de la izquierda para ponerse de acuerdo y sumar esfuerzos. Después de que los integrantes de la formación morada formasen parte en las pasadas elecciones a modo individual de la candidatura de Guanyar, en esta ocasión decidieron concurrir ya con sus propias siglas. Analizados los programas electorales de las dos formaciones, se llega a la conclusión de que son prácticamente idénticos. Sin embargo, al final concurrieron por separado, en una decisión que sólo se entiende desde la perspectiva del reparto de los puestos de salida. La conclusión ha sido que cada formación se ha quedado con dos concejales, en lugar de los cinco que tenían cuando iban juntos, y que han perdido la condición de primer partido de la oposición.

Tampoco le han ido bien las cosas a Compromís, que condicionado por el pacto del Botànic, apostó en la última legislatura por facilitar el gobierno de los socialistas respaldando presupuestos a cambio de la aceptación de varias de sus propuestas. El electorado, al parecer, no ha sabido apreciar esta línea de colaboración y ha castigado a los de Màrius Ivorra con la pérdida de un edil, quedándose con sólo dos.

El último en disputa ha sido Vox, que ha logrado meter a su candidato David Abad en el Ayuntamiento, una fuerza que, a la vista de cómo ha quedado la corporación, va a ser simplemente testimonial.

¿Y a partir de ahora qué? Pues toca hacer borrón y cuenta nueva. Toni Francés, como estaba cantado desde la noche electoral, ha decidido seguir con su apuesta por gobernar en minoría, aunque con mayor margen de maniobra por los tres concejales más de los que disfruta. Ha decidido mantener las áreas de mayor incidencia en los veteranos, caso de Jordi Martínez, Lorena Zamorano, Vanessa Moltó y Alberto Belda, aunque con concesiones también significativas para los nuevos. Jordi Silvestre, como se esperaba, ejercerá la delegación de Transición Ecológica, mientras que Carolina Ortiz se ha convertido en la primera edil de Fiestas de la historia de Alcoy, en lo que supone toda una declaración de intenciones en la integración de la mujer en los Moros y Cristianos. La intención del alcalde es la de mantener líneas abiertas de colaboración con todos los grupos, aunque marcando alguna que otra línea roja, caso de Guanyar.

Y es que esta formación, con su nueva candidata Sandra Obiol al frente, es la que se ha mostrado más crítica durante la campaña electoral con los socialistas, lo que puede convertirla en un referente sobre todo en los debates plenarios. De hecho, Guanyar tiene toda la pinta de que va a jugar esta carta para recuperar apoyos a lo largo de esta legislatura.

La derecha también tiene ante sí una papeleta, que no es otra que recuperarse de sus derrotas electorales, que con esta última ya son tres las que lleva acumuladas. Habrá que comprobar si el nuevo talante de Quique Ruiz, abierto a pactos con el gobierno, tiene consecuencias positivas para sus intereses, cuestión ésta que también dependerá de la evolución de Ciudadanos y de las dotes que demuestre su portavoz Rosa García, cuestionada incluso entre sus filas.

Podemos tendrá que hacer frente a la marcha de Naiara Davó a las Cortes, y habrá que ver si Compromís sigue jugando la carta del colaboracionismo con Francés o endurece su discurso.

Toda una reválida para la oposición, pero sin olvidar a los socialistas, que en esta ocasión ya no podrán jugar con el argumento de la escasez de efectivos y tendrán que justificar el aumento de concejales y el nada desdeñable número de asesores con la ejecución por fin de sus proyectos estrella y una mayor agilidad en la gestión.

Y harían bien el conjunto de los grupos políticos que configuran la nueva corporación, aparte de mirar sus intereses particulares, en trabajar sobre todo para buscar lo mejor para Alcoy y sus ciudadanos, porque al final serán ellos los que pongan nota a todos dentro del examen de cuatro años que justo empieza ahora.

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