Una plaza de España abarrotada de público arropó ayer a los protagonistas de las Embajadas. Unos emotivos actos con los que se reviven los instantes previos a las batallas para lograr el poder de la villa. Con los moros como protagonistas por la mañana, y los cristianos por la tarde, la realeza y el sentimiento con el que se interpretan estas breves obras teatrales logran emocionar a los presentes.

Antes de las diez de la mañana multitud de personas ya aguardaban en la Bandeja y en la puerta del Ayuntamiento. Poco después, un jinete de la filà Magenta irrumpía en la plaza para entregar un mensaje en el que las huestes moras instaban a los cristianos a entregarles el castillo. El capitán de las tropas de la cruz, sin ningún tipo de dudas, rompía el pergamino y lanzaba los pedazos desde las almenas. El gesto no gustó nada al emisario árabe, que enfadado dio media vuelta y volvió lo más rápido posible a contar a los suyos lo ocurrido. El veloz ascenso por la calle San Nicolás se produjo de forma limpia y sin incidentes, así como ante un multitudinario público que abría paso al jinete.

La respuesta no tardó en llegar, y tan sólo media hora después el embajador moro, representado por última vez por Juan Javier Gisbert, llegaba a las faldas de la fortaleza para intentar negociar con los cristianos, prometiéndole al capitán «colmarte de dones exquisitos, conservar tus honores y grandeza, respetar los hogares y los ritos, de este pueblo esforzado».

Pero «mucho prometes ahora, más nada cumplirás llegada la hora», espetaba el capitán cristian0, dando la palabra al embajador, Ricard Sanz. Éste recordó a su adversario que «pocas veces el cristiano tuvo la villanía de entregar los castillos y las plazas, sorprendido de dichos y amenazas».

La conversación fue subiendo de tono, dificultando cada vez más el entendimiento, y haciendo prever lo que finamente sucedió cuando el embajador moro se dirigió a los suyos al grito de «¡Viva Al-Azraq! Tomemos en castillo», a lo que el cristiano contestó «Alcoians! Per Sant Jordi i Aragó, a defensar la fe de Jesucrist!».

El desencadenante fue la ruidosa batalla de arcabucería que empezó poco después por las céntricas calles de la villa y que acabó con la toma del castillo por las huestes moras. La derrota cristiana no se produjo hasta que los cargos festeros se encontraron cuerpo a cuerpo en la batalla y protagonizaron una acalorada lucha con sus espadas y sables.

No contentos con la derrota, los cristianos protagonizaron la embajada de la tarde, intentando por las buenas recuperar lo perdido. Si bien las negociaciones tampoco sirvieron de nada, el moro desafió a su rival al grito de «di a los tuyos: ¡guerra, guerra!, a lo que el cristiano respondió «di a los tuyos: ¡armas, armas!».

Juan Javier Gisbert, visiblemente emocionado, se despidió desde las almenas del castillo y se abrazó a Óscar Martínez, la persona que ostentará el cargo a partir del próximo año, mientras el multitudinario público aplaudía.

Poco después, el ensordecedor ruido de las descargas de arcabucería volvía a impregnar el ambiente. Las tropas cristianas fueron ganando terreno, y tras la guerra, capitanes y alféreces volvieron a luchar cuerpo a cuerpo hasta que se produjo la reconquista.

Fanfarrias en directo a las puertas del castillo

Seis músicos interpretan «Fortuna favorable» y «Alcoi ma patria» del compositor alcoyano José María Valls Satorre

Las Embajadas presentaron ayer como novedad la interpretación en directo de las fanfarrias «Fortuna favorable», por la mañana, y «Alcoi ma patria», por la tarde. Las dos son obra del compositor alcoyano José María Valls Satorre y hasta este año sonaban a través de grabaciones en toda la plaza de España. Sin embargo, en esta edición seis músicos han protagonizado las tradicionales piezas a las puertas del castillo entre los actos de las estafetas y las embajadas.