Los «nanos» volvieron ayer a las calles del Raval, coincidiendo con el tercer miércoles de cuaresma. Los vecinos del barrio, cumpliendo con la tradición, sacaron a las puertas de sus casas los muñecos de trapo confeccionados por ellos mismos, que una vez más tiraron de ironía y de humor para criticar tanto la actualidad contestana como la general.

En el terreno local el protagonismo lo acapararon cuestiones como la limpieza de calles, del camino de la Penyeta Blanca o del parque de Riera, «que està ple de formigues». Como no podía ser de otra forma, un «clásico» como los dos edificios del colegio San Juan Bosco volvió a estar presente, por los 30 años que se llevan esperando para la unificación.

Los «nanos», de igual forma, ironizaron sobre el hecho de que Cocentaina sea un municipio turístico y esté «tot tancat», y que el Raval se esté quedando despoblado pese a tener «cases tan boniques». Con todo, también hubo lugar para los agradecimientos por el arreglo de muros y calles en el mismo barrio, «així que enguany no critiquem», y por la pasarela peatonal con Alcoy.

Las elecciones, como no podía ser de otra forma, estuvieron presente en el ambiente, con un grupo de políticos de todas las formaciones y refrencias hacia sus sueldos. También aparecía un muñeco que representaba a la alcaldesa contestana, preguntando a una vidente sobre su futuro político.

La crisis catalana no podía escapar al humor ácido de los «nanos». Así, el clon de «Puigdemont» aparecía sentado en una silla con billetes de pega con una frase lapidaria como «els valents a la presó i els gallines a disfrutar dels millons».

No escaparaon de las críticas los bancos, y tampoco los grandes empresarios, «als que no els interesen les energies renovables».

El barrio presentó una gran animación a lo largo de toda la jornada, con numerosos vecinos e incluso visitantes de otros municipios, y sobre todo de escolares que disfrutaron con esta singular celebración. Todos ellos tuvieron la oportunidad de degustar los buñuelos y churros con chocolate servidos por los habitantes del Raval, auténticos artífices de que se conserve la tradición.

Pepa Juan recordaba que «antiguamente, durante la dictadura, teníamos que poner los muñecos en las afueras del pueblo porque aquí lo teníamos prohibido. Hubo un tiempo en que se llegó a temer por la continuidad de la fiesta, pero afortunadamente ahora ha vuelto a tomar vuelo con la implicación de los colegios, que confeccionan sus propios muñecos».

Otra vecina, María Ruano, señalaba que los muñecos son producto del reciclado. «Intentamosque sean siempre los mismos, aunque les vamos cambiando ropa y zapatos con las aportaciones que nos hace la gente».

Amparo Damiá, por su parte, destacaba que «este es un día muy grande para el Raval. Es la jornada en que sacamos a la calle los muñecos que preparamos con tanto cariño, y para nosotros que venga la gente, sobre todo los niños, es una enorme satisfacción».

La alcaldesa, Mireia Estepa, que colaboró con el reparto del chocolate, acudió como es habitual a la cita para encajar las críticas con deportividad «y tomar nota de lo que piden los vecinos». Según indicó, «se trata de una fiesta muy importante para Cocentaina. Son muy pocos los pueblos de la Comunidad, apenas cinco o seis, los que tienen una celebración parecida, y hay que agradecer a los vecinos del Raval que la hayan mimado y conservado para que haya llegado a nuestros días plena de vitalidad».