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Siete años a la espera de una vivienda digna en Alcoy

La última fase de reforma del grupo Sant Jordi, paralizada en 2012 por impagos del Consell, está llegando a su fin - Los vecinos lamentan el tiempo transcurrido con los pisos en condiciones precarias

Siete años a la espera de una vivienda digna en Alcoy

Siete años de espera que, si todo va bien, habrán valido la pena. Los vecinos de las 19 viviendas del grupo Sant Jordi de Alcoy que quedaron por rehabilitar en 2012, están «muy contentos» de que finalmente las obras pongan fin a una larga espera de incertidumbre, reclamaciones y continuos problemas derivados de las humedades y goteras.

«¡Ya era hora!». Esta es la expresión más repetida por los vecinos del grupo de viviendas Sant Jordi tras el inicio de la última fase de rehabilitación de fachadas, cubiertas y elementos comunes.

Las obras empezaron en 2011 gracias al acuerdo alcanzado entre la Generalitat y el Ministerio al amparo del Plan Estatal de Vivienda. Tan solo un año después, la empresa adjudicataria paralizó los trabajos al no haber cobrado, dejando la tercera fase del proyecto sin ejecutar.

Siete años a la espera de una vivienda digna en Alcoy

Siete años a la espera de una vivienda digna en Alcoy

Tres de los bloques de viviendas que conforman el grupo, concretamente los comprendidos entre las calles Entenza y Espronceda, quedaron sin rehabilitar y en el resto de inmuebles se detectaron numerosas deficiencias, aunque todas ellas fueron subsanadas.

Ahora, siete años después, la Conselleria de Vivienda ha retomado el proyecto tras alcanzar un acuerdo en julio de 2018 con el Ayuntamiento de Alcoy. La inversión, procedente íntegramente de la administración autonómica, asciende a 400.000 euros. Los largos trámites han propiciado finalmente que las obras se estén ejecutrando a pocos meses de las elecciones.

El presidente de la comunidad, Tomás Santonja, aplaude que finalmente se hayan retomado las obras y «todos los vecinos se beneficien de ellas». En cuanto a las mejoras que se están llevando a cabo en esta última fase, explica que principalmente los trabajos se centran en la rehabilitación de las fachadas delanteras y traseras, las cubiertas y la reforma integral de los bajos, dado que en estos pisos, tal y como ya sucedió en el resto de bloques, es necesario levantar el suelo para aislarlo y zanjar los problemas de humedades. También se están renovando la redes de saneamiento e instalaciones y algunos elementos comunes.

«Las obras, por último, incluyen la sustitución de ventanas en las viviendas que tienen todavía las originales», explica Santonja.

Si bien los beneficiarios están encantados con esta mejora extra, otros vecinos consideran que «aunque estamos contentísimos, algunos nos sentimos un poco discriminados», pues no considera que sea «justo» que a quienes no viven en un bajo o en su día cambiaron las ventanas «no obtengamos las mismas ventajas», explica Vicente Segura.

Este propietario, asimismo, confía en que «esta vez sí acaben las obras, y las acaben bien», ya que «en la fase anterior hubo muchos fallos y tuvieron que venir varias veces a hacer reparaciones».

Precisamente Vicente es uno de los pocos propietarios que quedan de los primeros vecinos que ocuparon el grupo Sant Jordi en los años 50. «Eramos unos niños privilegiados», en referencia al patio interior que comparten todos los bloques que conforman la manzana. «Aquí hemos jugado y disfrutado muchísimo», añora contando algunos de sus recuerdos mientras explica que ahora «quedaremos unos 10 o 12 de aquella época».

Dolores López también vive en uno de los inmuebles que están siendo rehabilitados. «Yo tengo arreglada toda la casa desde hace unos 8 años. Me renové el aseo y la cocina, me cambié las ventanas y me hice un armario empotrado enorme». Pese a ello, reconoce que las mejoras que se están llevando a cabo en las zonas comunes «eran muy necesarias».

Antonio Serrano, vecino del último piso del mismo bloque que Dolores, explica señalando hacia el tejado que «esto estaba todo muy mal, hecho polvo». Al problema de humedades que denuncian el resto de propietarios e inquilinos se sumaban «las goteras en las últimas viviendas».

Pero ahí no acaba todo, y es que este vecino asegura que «por el tejado habían ratas como conejos de grandes» y que desde que «han arreglado la cubierta ya no se oyen, pero yo en la escalera la otra noche me encontré una». Antonio está convencido de que entran por el patio común, por lo que considera que «también debería cambiar esas puertas».

En cuanto a los problemas que están generando las obras, «es mucho ruido, pero tampoco se hace tan pesado», dice Antonio, mientras David Gisbert, empleado en la correduría de seguros que hay en uno de los bajos, explica que «estamos sufriendo un poco las molestias porque estamos trabajando todo el día», aunque insiste en que «no tiene mayor importancia y esperamos que todo quede bien».

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