«Están arrancando mi medio de vida». De esta forma tan gráfica se expresaba ayer Dani Vercher, un agricultor de 26 años vecino de Fageca al que el plan de erradicación de la Xylella puesto en marcha por la Conselleria de Agricultura le acababa de destruir 110 almendros. El joven, como el resto de vecinos tanto de este municipio como de Famorca, afectado igualmente por la plaga, coinciden a la hora de señalar que las medidas puestas en marcha para combartir la bacteria están contribuyendo a la despoblación de las zonas rurales. Todos ellos reclaman que se pase del plan de erradicación a uno de contención, que no comporte la eliminación de los árboles sanos.
La Xylella Fastidiosa se extiende imparable por el norte de la provincia de Alicante, hasta el punto que ya alcanza a más de 60 municipios de la Marina Alta, la Marina Baixa, El Comtat y l'Alcoià. El plan de erradicación que está llevando a cabo la Conselleria de Agricultura, atendiendo a las indicaciones de la Unión Europea, afecta a unos 72.400 árboles que o bien ya han sido arrancados o se encuentran en proceso, según los datos que maneja la organización agraria Asaja. Eso supone que la cosecha de almendra en la provincia se va a ver reducida en más de 350 toneladas, lo que supone alrededor del 16% de la producción.
El principal problema radica en que las zonas más afectadas se corresponden con las de montaña, en las que se incluyen los municipios más pequeños de la provincia, cuya economía, ya de por sí precaria, se está viendo sacudida por la destrucción de los almendros, uno de los cultivos más extendidos, si no el que más, de estas áreas de secano.
El plan de erradicación, que comporta la eliminación no solo de los árboles afectados, sino también de los situados en un radio de cien metros alrededor, se está aplicando ahora en Fageca y Famorca, dos pequeñas poblaciones de El Comtat que ven cómo su medio de supervivencia se está viendo seriamente amenazado.
Un ejemplo de ello es Dani Vercher, un joven agricultor de 26 años al que ayer mismo le eran arancados 110 almendros de apenas 11 años de edad, totalmente sanos, pero situados en el radio de uno de los afectados. «Los planté con mi padre -recuerda- para intentar ampliar un poco los beneficios, pero no va a poder ser. Están arracando mi medio de vida, el de uno de los pocos jóvenes que hemos apostado por no marcharnos del pueblo para vivir de la agricultura. Luego querrán que estos pequeños municipios no se queden sin habitantes».
Pero son muchos más los vecinos de Fageca y Famorca afectados, porque prácticamente todos tienen parcelas de almendros. «No hay derecho -señalaba Carmen Vañó, de Famorca- a que estén arrancando árboles sanos. Es una barbaridad y una injusticia, porque se van a cargar a todos estos valles. Además, lo están haciendo mal, porque en lugar de arrancarlos y quemarlos, muchos de ellos los talan y símplemente los trituran. También han fumigado en plena floración, matando a las abejas».
Vicent Masanet, del mismo pueblo, se expresaba en parecidos términos, indicando que «la compensación es ridícula, de apenas 19 euros por árbol. Luego no podemos replantar en cinco años y esperar a que sean productivos».
Todos piden que se pase a un plan de contención, que no afecte a los árboles sanos.
