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Recorrido por la historia del textil en Benilloba

La viuda de Josep Julià, que restauró los telares familiares, inicia los trámites para declararlos BIC

Recorrido por la historia del textil en Benilloba

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Recorrido por la historia del textil en Benilloba C. Serrano

Fruto de su compromiso con la sociedad y de su pasión por la historia, Josep Julià conservó y restauró durante 40 años los telares de la empresa familiar. Nacido en Benilloba, pasó gran parte de su vida fuera de esta población de El Comtat ejerciendo como profesor de Geografía e Historia y dedicando diez años como inspector de Educación. No obstante, su oficio nunca le apartó de sus múltiples aficiones, entre ellas, recuperar una parte de la historia industrial textil tanto de su localidad natal, como de la comarca.

Es en la buhardilla de su casa de Benilloba donde se encuentra la primera colección de telares de la Comunidad Valenciana, una valiosa muestra que cuenta con máquinas de más de 300 años de antigüedad. La exposición cuenta con todo tipo de objetos relacionados con el sector, incluso con varias reproducciones en miniatura realizadas por su primo Rafael Julià.

En su memoria, y siempre con el objetivo de que el legado que él conservó siga al alcance de todo el mundo, su viuda, María Catalá, cederá la colección al pueblo de Benilloba. Pero antes quiere seguir adelante con los planes de su marido, por lo que ha iniciado los trámites para que la Generalitat la declare Bien de Interés Cultural (BIC). «Ningún pueblo industrial del textil tiene esto, ni siquiera Alcoy u Ontinyent», lo cual suma todavía más valor a la muestra.

«Todo el trabajo que realizó José está documentado, él se encargó de buscar información y dejar constancia de todo por escrito», explica María, quien no puede evitar emocionarse al recordar a su marido, un hombre que ella describe como «extraordinario, singular, valiente e incorruptible», además de «muy comprometido con la cultura y la sociedad».

Telares, tornos, urdidores, una máquina de plegar y todo tipo de herramientas y útiles conforman una coqueta muestra, pero de gran valor patrimonial, a la que Josep Julià dedicó gran parte de su tiempo libre, dejando en ella su esencia e innumerables recuerdos para María.

Es precisamente eso lo que la empuja a cuidarla y mejorarla, adecuando un pequeño rincón con las publicaciones sobre la colección e instalando un televisor en el que «emitiré un documental que me están preparando sobre el proceso de restauración y las explicaciones que José grabó sobre los telares y su historia».

La colección se puede visitar, de hecho, el propio Ayuntamiento de Benilloba se encarga de agrupar a la gente y acordar con María Catalá una fecha, y es Rafael Julià quien hace de guía, mostrando el funcionamiento de cada telar.

La ilusión de la viuda ahora es cumplir el deseo de la persona más importante de su vida, y que esta parte del patrimonio industrial pertenezca al pueblo.

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