No piensa rendirse. La madre del boliviano y exvecino de Benilloba condenado a muerte en Malasia por tráfico de drogas, Silvia Vargas, asegura que «mientras me queden fuerzas voy a seguir luchando por salvarle la vida a mi hijo Víctor». La progenitora pide clemencia a las autoridades malasias y habla de las condiciones infrahumanas en las que viven los reos allí, así como explica que el gobierno de Bolivia le ha informado que tiene previsto iniciar negociaciones con el país asiático para lograr su indulto o extradición.

El mes que viene se cumplirán cinco años del inicio de la «pesadilla» que está viviendo tanto Víctor Parada como su familia. El joven boliviano fue detenido con 450 gramos de cocaína en el interior de su cuerpo en octubre de 2013 en Malasia cuando se disponía a subir a un taxi en las inmediaciones del aeropuerto.

Su madre, Silvia Vargas, y sus hermanos llegaron a denunciar la desaparición de Víctor tras recibir una llamada de su detención y desconocer su paradero y si era cierto o no.

El pasado 8 de diciembre se celebró el primer juicio, al que acudió Silvia para declarar y presentar los informes médicos que avalan que el joven sufrió un accidente laboral en Bolivia y las secuelas le llevaron a perder el trabajo, así como la documentación de la difícil situación económica que atravesaba y que le obligó a hacer de mula. «Mientras yo testificaba todo el mundo lloraba, y yo pedí clemencia», pero finalmente el pasado 5 de enero fue condenado a la horca.

La noticia cayó como un jarro de agua fría a la familia, que mantenía la esperanza de que Víctor fuese puesto en libertad, y desde ese momento dejó de tener contacto con él por su traslado a otra cárcel, la conocida como el corredor de la muerte. Pese a ello, recurrió la sentencia alegando que no se tuvo en cuenta el testimonio de Silvia y fallos en la traducción.

Fue a finales de febrero cuando este diario recogió esta historia y su repercusión llegó hasta el país sudamericano, cuyo gobierno aseguró que pediría el indulto de Víctor. El primer paso del ejecutivo de Evo Morales fue enviar a una diplomática del consulado en Japón -el país con representación más cercano- para visitarle y conocer su situación. «Ella le mostró todo lo que estamos haciendo por él» y desde entonces Silvia y su hijo han retomado el contacto telefónico.

Bolivia también le ofreció viajar a Malasia para verlo, pero en una conversación reciente «Víctor me ha dicho que no vaya, que siga hablando con el gobierno de Bolivia y que ellos negocien. Yo no sé cómo podría encontrarlo y creo que él quiere evitarlo».

La familia ha denunciado una vez más las condiciones infrahumanas en que se encuentran los reos en Malasia, donde no tienen acceso a medicamentos e, incluso, tiene que mandar dinero para sus gastos de comida e higiene personal.

Silvia está «muy agradecida» al gobierno de Bolivia, «porque ahora siento un respaldo, hay un país detrás de mí». De hecho, «me han comunicado que aprovecharán su presencia en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York la próxima semana, para intentar negociar con Malasia el indulto o la extradición de Víctor».

La madre del joven asegura sentirse cada vez más débil, sobrepasada por todo lo que está viviendo, pero insiste en que «mientras me queden fuerzas seguiré luchando por salvarle la vida».