La Font Roja se ha convertido en un paraíso para los herbívoros, y más en concreto para los ungulados. Un estudio de observación ha revelado que alrededor de 120 muflones y 35 arruís campan a sus anchas por este parque natural situado a medio camino de Alcoy e Ibi. Unas cifras que arrojan luz y que van a servir para que los técnicos estudien si resultará necesario aplicar medidas de control para evitar daños sobre la vegetación.

La presencia de muflones y arruís en la Font Roja, dos especies alóctonas, está siendo motivo de controversia desde hace tiempo en la Font Roja. Por parte de unos sectores se defiende la necesidad de tomar medidas para frenar e incluso reducir su población debido a los daños que causan sobre la vegetación. Un ejemplo de ello lo constituye el jardín botánico de la estación biológica Torretes, en el término municipal de Ibi, donde estos animales han causado problemas más que reseñables.

Desde otros sectores, en cambio, se pone especial énfasis en destacar la labor que ejercen en la prevención de incendios forestales al reducir de forma natural la densidad de la vegetación que hay en el parque.

Este debate, sin embargo, se estaba produciendo sin que realmente se supiese cuantos ungulados pululan por la zona, algo sobre lo que se ha intentado ahora arrojar luz a través de un estudio de campo del que se dio cuenta en la última reunión del consejo rector de la Font Roja.

Según la información a la que ha tenido acceso este diario, las observaciones realizadas han permitido concretar que son alrededor de 150 muflones y 35 arruís los que transitan por el parque natural. Se trata de unas cifras lógicamente aproximadas, toda vez que estos animales tienen una gran movilidad y pueden desplazarse tanto por la Font Roja como por las sierras de alrededor.

Lo que sí resulta evidente es que los avistamientos son cada vez más comunes, tanto por parte de los excursionistas que recorren la zona como también a través de los sistemas de fototrampeo que están repartidos por distintos puntos del área.

Sea como fuere, lo cierto es que ya existe una base sobre la que discutir, y también sobre la que realizar estudios técnicos en profundidad en relación a si resultará necesario aplicar medidas para controlar la población y evitar que se puedan producir daños indeseados sobre la vegetación. Se trata de un parque relativamente pequeño y, consecuentemente, muy sensible a modificaciones que se registren en su hábitat.