Cocentaina llegó ayer al ecuador de sus fiestas con la jornada en honor a San Hipólito. Los actos religiosos fueron el plato más fuerte de este día en el que la capital del Comtat volvió a presentar un lleno absoluto. El buen tiempo y la coincidencia de los actos en fin de semana favoreció a la participación tanto del censo festero como del público visitante.

El arranque de la jornada festera estuvo marcado por la segunda diana, un acto en el que los más pequeños fueron los protagonistas. Tras este desfile, el día vivió uno de sus actos más relevantes y emotivos, la ofrenda floral. La familia festera se desplazó a la parroquia de Santa María para realizar su ofrenda a San Hipólito. La música acompañó a todos los participantes durante su recorrido hasta el templo. Tras la misa, los cargos se dirigieron a la tribuna ubicada en la plaza de la Villa para presenciar y vivir la presentación de armas. Los festeros de las 16 formaciones desfilaron por delante ellos presentando sus objetos de defensa.

Durante la sesión vespertina, autoridades, festeros y devotos recorrieron las calles más céntricas del municipio para acompañar en procesión a la imagen del santo. Unas salvas de arcabucería en su honor cerraron el acto con emotividad. Tras una jornada de culto y devoción, pasada la medianoche los contestanos vivieron su acto más desenfada, la retreta.

El presidente de la Junta de Fiestas, Hipòlit Borrás, indicó que «todavía no nos hemos acogido a la nueva normativa de la pólvora, estamos apurando hasta el año que viene». Y subrayó que los festeros quemarán 500 kilos de pólvora durante los disparos.

La jornada de hoy estará marcada por el olor a pólvora y el estruendo de los arcabuces. Los festeros lucharán por el control de la villa en este último día. Durante la mañana destacan la escenificación de la quema de Cocentaina y la histórica «Ambaixada de les Tomaques».