Alcoy recuperó ayer decibelios en las batallas de arcabucería entre Moros y Cristianos. El incremento de la cantidad de pólvora hasta los 2.942 kilos tras la adaptación a la nueva normativa permitió disfrutar de un Alardo más intenso y de mayor duración, que además fue presenciado por numeroso público, sobre todo en la parte final en la plaza de España. Todo ello bajo estrictas medidas de seguridad.

Tal y como se había venido informando, las Fiestas de Moros y Cristianos se han adaptado este año por primera vez a la nueva normativa de la pólvora, que permite a los festeros disparar hasta dos kilos de pólvora en lugar de uno como hasta ahora. Para ello, no obstante, ha sido necesario un amplio esfuerzo por parte de la Asociación de San Jorge, en colaboración con el Ayuntamiento, para cumplir a rajatabla las exigencias del reglamento.

En primer lugar se tuvo que encontrar una ubicación, como el albergue del Baradello de Moya, que reunía los requisitos en cuanto a condiciones y distancias, realizar cursos de formación para los participantes en el Alardo y después afrontar una de las cuestiones que había suscitado las principales quejas por parte del mundo de la Fiesta, como era el trasvase de la pólvora a las cantimploras antes de que éstas fuesen recogidas por los tiradores. Para ello se contó con los servicios de un grupo de 14 armeros, que se encargaron de esta delicada operación en aras a reducir los riesgos al máximo.

La Delegación del Gobierno acababa de llegar a un acuerdo con las empresas distribuidoras de los explosivos para que sean ellas las que realicen el trasvase en sus propias instalaciones. Sin embargo, en el caso de Alcoy será a partir del año que viene, dado que en este ya no se llegó a tiempo.

Con todos estos antecedentes, ayer se pudo asistir a un Alardo más sonoro y de mayor duración. Los 2.942 kilos de pólvora suponen 800 más que el año pasado, y eso se dejó notar en las calles del centro, donde las batallas de arcabucería alcanzaron una mayor espectacularidad. Todo ello, eso sí, bajo una mayor vigilancia por parte de la Guardia Civil, cuyos agentes se encargaron de controlar el desarrollo del acto.

El Alardo de la mañana arrancó tras la Embajada Mora. Los defensores de la cruz no se avinieron a las razones expuestas por el portavoz de las huestes de la media luna para la rendición del castillo, por lo que el enfrentamiento militar fue inevitable.

Los cristianos empezaron disparando desde la plaza de España y se dirigieron a continuación por las calles San Nicolás y San Lorenzo en dirección al Camí y la parte final del País Valencià, donde se encontraron con sus oponentes.

Fue en esos puntos donde, como marca la tradición, tuvo lugar el singular acto del Encaro, en que los capitanes por un lado, y los alféreces por otro, intercambiaron obsequios y brindis intentando llegar a un acuerdo amistoso. Tampoco en esta ocasión se consiguió, por lo que se reanudó la contienda.

A partir de ahí fueron los cristianos los que retrocedieron ante el empuje de las fuerzas mahometanas, que delante de las puertas del castillo consiguieron la rendición de la plaza y la media luna sustituyó a la cruz de San Jorge sobre las almenas del castillo.

La operación se repitió, pero a la inversa, por la tarde. Tras la Embajada Cristiana, una nueva batalla da arcabucería llevó a los cristianos a recuperar sus posesiones.

En ambos alardos, la mayor cantidad de pólvora se dejó notar, todo ello para satisfacción de los propios festeros y también de los espectadores, que siguieron en bastante número las batallas, sobre todo en la parte final, que se desarrolla en la plaza de España y las inmediaciones del castillo.