Historias desgarradoras, horas de labor voluntaria y un amplio aprendizaje son los principales recuerdos que la castelluda Rosa Bernabeu y sus dos compañeras Irene Marsal y Bruna Surinyach trajeron en sus maletas tras un mes en el campo de refugiados de Moria (Lesbos, Grecia). Tras aprobar el MIR el pasado año decidieron emprender esta aventura para ofrecer sus conocimientos a los cientos de personas que llegan a estos lugares. En su día a día, dedicaron su esfuerzo a atender sobre todo a enfermos crónicos ya que este tipo de dolencias quedan relegadas por las enfermedades de urgencia.

Las voluntarias desarrollaron su actividad en el espacio «One Happy Family», un recinto burbuja a una hora del campo de refugiados en el que se vive un ambiente de «falsa» felicidad. Allí niños y mayores realizan talleres, cultivan alimentos o disfrutan del parque infantil para desconectar de sus duros pensamientos. Las ONG's entregan a los refugiados unos dracmas ficticios que pueden cambiar por cada una de las actividades a realizar. Este espacio ofrece también un servicio médico que atiende sobre todo problemas crónicos o psicológicos. Rosa Bernabeu explicaba que en los campos de concentración las colas para la atención médica superan las dos horas y además se centran únicamente en la medicina emergente.

Heridas que dejan huella

Bernabeu destacaba que los que habitan en estos lugares manifiestan con facilidad sus duras historias. Unos argumentos que han dejado en sus cuerpos enorme heridas físicas pero sobre todo psicológicas que les provocan continuamente ataques de pánico.

Además de la atención a pacientes también realizaron tareas de atención, sobre todo para ayudar a los enfermos a explicar sus patologías. Indicaba que muchos de los refugiados que llegan acuden a este espacio de felicidad para trabajar con las ONG's como voluntarios de traducción para conseguir dinero y poder seguir su viaje hasta Europa. Un trayecto que puede llegar a costar más de 6.000 euros.

Bernabeu remarcaba que siguen llegando refugiados a las islas griegas, lo que implica que el proceso ya no es fruto de una crisis, sino que se ha convertido en una ruta migratoria establecida. Indicaba que durante el mes de marzo han llegado 1.400 personas a Lesbos, cuando en marzo del año pasado fueron 334. Aspecto que reseña que la situación y las condiciones en los campos de refugia empeorarán de cara al buen tiempo. Sobre todo el reparto de alimentos, las condiciones de higiene y las soluciones médicas que nunca lograrán abastecer todas las necesidades requeridas.