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El invisible turismo rural

Las propuestas de ocio alejadas del litoral o de los espacios urbanos en la provincia luchan por salir de la sombra que les hace la oferta de sol y playa y consolidarse

El invisible turismo rural

La idea de turismo en la provincia de Alicante va inevitablemente asociada a la oferta de sol y playa y a todas las demás actividades que ofrece el litoral, por unas razones muy obvias de ubicación y de décadas de consolidación de un producto. Sin embargo, la potencia turística de la costa, tan enorme como incuestionable, y la mayor concentración de población en las zonas próximas al mar hace que el interior, o el medio rural alicantino en general, apenas alcance proyección desde el punto de vista de las actividades de ocio. Para gran parte del potencial mercado, el turismo rural en la provincia de Alicante es un absoluto desconocido.

Esa necesidad de que las posibilidades turísticas al margen del litoral o de los espacios urbanos en la provincia salgan de la sombra y se intenten hacer ver, aunque sea como un complemento a lo que ofrece la costa, es una de las principales conclusiones del curso de verano «Planificación y gestión del turismo rural. Herramientas de desarrollo local» de la Universidad de Alicante (UA) que estos últimos días ha abordado en Xixona la situación y perspectivas del sector. Junto con el poco margen de competitividad que deja el peso del litoral, la escasa profesionalización, el abandono de los espacios agrarios, el envejecimiento de las zonas de interior e incluso la poca autoestima entre buena parte de sus habitantes son otros factores que se han destacado como fundamentales para que el turismo rural no despegue. Los expertos reunidos en este curso, no obstante, han coincidido en señalar la existencia de un gran potencial asociado a los valores naturales y etnográficos del territorio, y en la necesidad de incidir mucho más en la difusión.

En las jornadas han participado pequeños empresarios, profesionales vinculados al turismo o del ámbito académico, gestores culturales y representantes de la administración local, entre otros perfiles. El papel del turismo como herramienta para potenciar los valores culturales y paisajísticos de un lugar ha sido ensalzado por ponentes como el profesor de Geografía de la Universitat de València Emilio Iranzo, quien destacó que «las singularidades se han revalorizado» y pueden ser un elemento frente a la «banalización» de los espacios más masificados.

Iranzo apostó por convertir el medio físico y el «carácter y la identidad» en hilos argumentales de propuestas turísticas «basadas en la propia historia». En este sentido, el profesor de la UA Xavier Amat aludió en otra sesión a cómo la recuperación de la ganadería tradicional podría convertirse en un recurso turístico, y a que las vías pecuarias podrían ser lugares aptos para la práctica del senderismo. El docente señaló que en la provincia de Alicante hay unos 3.000 kilómetros de este tipo de caminos, parte de ellos mal conservados, que sobre todo conectaban áreas de montaña con otras más llanas.

Su rehabilitación, añadió, podría propiciar una cierta reactivación ganadera, recordando además que «ovejas y cabras son bomberas», en tanto que mientras pastan limpian de maleza los montes, lo que contribuye a prevenir incendios. Esos caminos podrían además unirse a la red de senderos existente, y sobre la que centraron su intervención José Antonio Larrosa y Carlos Cortés, también docentes de la UA. Ambos señalaron que en los últimos años ha habido un «boom» en la señalización de caminos, pero «Alicante no logra ser un destino turístico de senderismo» aún, en parte por la necesidad de más «comercialización y promoción».

Indefinición

En el curso se han mostrado algunos casos de éxito de turismo rural en la provincia, como el de Biar, cuya actual concejal responsable del área, Cristina Hernández, también empresaria del sector, repasó la transición de este municipio desde la industria hacia las actividades terciarias a comienzos de la década pasada. Ahora bien, la propia edil reconoció que la localidad tenía varios condicionantes a su favor: mucho patrimonio, un casco histórico muy bien conservado, un tamaño no muy pequeño y buena dotación se servicios. La inexistencia de esto último, en cambio, tiene un efecto muy negativo, tal y como señaló Sergio Manzanaro, gerente de una casa rural en Benilloba, que recordó problemas como las malas comunicaciones o la inexistencia de oficinas bancarias en muchos pueblos.

Asociar de forma automática en la provincia de Alicante lo rural a lo interior también se señaló como un prejuicio que acaba siendo un perjuicio, tal y como apuntó Marga Guilló, presidenta de la Asociación para el Desarrollo Rural del Camp d'Elx, quien habló de las dificultades para ser reconocidos como «rurales» en un municipio grande, industrial y próspero como Elche. Recientemente, 23 pedanías ilicitanas obtuvieron ese reconocimiento y se incluyeron en los grupos de acción local de acceso a fondos europeos. Con todo, insistió en cómo el desconocimiento del territorio desde las administraciones es con frecuencia otro contratiempo para pedir ayudas y hacer que el sector se consolide.

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