Los niños vivieron ayer una de las jornadas más emocionantes. En sus caras se reflejaba la ilusión al buscar entre los montones de paquetes alguno que llevase su nombre, mientras los pajes ultimaban los preparativos para la gran visita de los Reyes Magos a Alcoy.

La visita al Campamento Real, ubicado a los pies de la Sierra de Mariola, en el Preventorio, se consolidó ayer al recibir a más de 9.000 personas. En autobús, en coche, en taxi y andado; el medio no fue un problema para cumplir el deseo de cualquier pequeño: conocer cómo acampan Sus Majestades y cómo preparan los regalos.

En torno a 130 personas colaboraron en la organización de la visita, entre ellos 80 pajes. Todos ellos dirigieron al público por el recorrido en el que pudieron conocer, en primer lugar, la jaima en la que duermen los Reyes Magos. El encanto y la magia de este espacio cautivó a los asistentes, que no daban crédito a lo que estaban viendo.

A continuación pasaron por delante de la jaima del escribano, quien a lo largo de la mañana estuvo terminando de leer las cartas que la noche de antes recogieron las burritas. Justo delante, un grupo de pajes apilaba los paquetes y les ponía el nombre de cada destinatario.

Fue en este tramo en el que los más pequeños se volvieron locos de ilusión y no pudieron esconder el nervio al pensar que entre toda esa montaña de regalos posiblemente estaban los suyos.

Los dromedarios de los Reyes Magos y el resto de animales descansaban junto a los paquetes, cogiendo fuerzas para la Cabalgata, mientras adultos y niños se fotografiaron con ellos.

Las burritas que acompañaron al Embajador en su recorrido por el centro de la ciudad la noche del día 4 fueron otro de los reclamos del Campamento Real.

Jaume Santamaría, uno de los responsables de la Asociación Cultural Samaritas, encargada de la organización, aseguró que «las visitas están yendo a un ritmo más rápido del previsto, están pasando 1.800 personas cada hora».

La tradicional música navideña no faltó en un acto tan destacado, ya que un grupo de «dolçainers i tabaleters» animó el ambiente con conocidos temas alcoyanos. Además, en las inmediaciones del Preventorio instalaron una churrería y un puesto de chocolate, que se sumaron a la oferta de la cantina.

Así, multitud de niños cumplieron su sueño, acercándose a un lugar que hasta el año pasado era todo un misterio.