La Casa Gran de Ibi fue el edificio en el que el Museu Valencià del Joguet abrió sus puertas por primera vez en 1990. La celebración del 25 aniversario empezó en diciembre del año pasado y a lo largo de 2016 la sala ha organizado diversas actividades para conmemorar su primer cuarto de siglo. Actos que finalizarán el próximo 8 de enero, una vez más, con la representación de la compañía de teatro local Font Viva, dando vida a los juguetes expuestos.

La producción juguetera ibense empezó en el transcurso del siglo XIX al XX. La familia Payá, hojalateros de profesión, fue la primera que realizó reproducciones en miniatura para los niños de los utensilios que vendían por los mercados, como platos, vasos o regaderas. El paso del tiempo les llevó a fabricar juguetes y fue a partir de 1905 cuando la industria local empezó a consolidarse.

Es precisamente la emblemática Fábrica Payá la que acoge desde 2013 el Museo Valenciano del Juguete. Este nuevo espacio dispone de exposiciones más amplias y está completamente adaptado. «Cuando el museo estaba en la Casa Gran había problemas de accesibilidad, aquí no hay ningún escalón y las vitrinas están diseñadas con el suficiente hueco por debajo como para que una persona en silla de ruedas pueda acercarse», explica la directora, Pilar Avilés.

La sala permanente cuenta con más de 400 piezas expuestas y clasificadas por diferentes temáticas, desde el mundo natural hasta la velocidad, pasando por los aviones y los barcos, los trenes, el hogar y la ciudad. Para que sea más llamativo, cada zona está diferenciada con un color.

A la entrada de esta sala hay dos pantallas táctiles en las que los visitantes pueden consultar información, así como en el lateral izquierdo -según entras- hay planchas de hojalata, moldes y herramientas. En esta sección explican cómo fabricaban los primeros juguetes de hojalata.

Utilizando un prototipo de escayola o madera, colocaban la hoja de lata y poco a poco le iban dando forma. El último paso era pintarla. Con el tiempo la fabricación creció y mandaban las láminas al norte de España, aprovechando la industria litográfica de las conserveras, para que en una hoja grande plasmasen varias piezas.

Otra forma de agilizar el trabajo fue crear lengüetas para ensamblar las partes y no tener que moldearlas y después soldarlas.

Siguiendo con la visita al museo, la sala cuenta con varias cristaleras desde las que los asistentes pueden observar cómo era la Fábrica Payá. Si bien una parte de la nave fue rehabilitada para albergar el actual museo, ésta se conserva tal cual quedó el día que cerró la mercantil. Incluso en las estanterías continúan habiendo cajas de juguetes.

La apertura de estas ventanas fue la primera actuación con la que conmemoraron el 25 aniversario hace un año.

«La idea es seguir ampliando el museo y que en un futuro pueda visitarse también esta parte de la fábrica», señala Avilés, quien insiste en que «queremos continuar creciendo y ampliando el espacio expositivo, pero es un proyecto a largo plazo».

Además de las 400 piezas expuestas de forma permanente, el museo cuenta con más de 5.000 juguetes en sus fondos.

Como curiosidad, uno de los objetos más repetidos es la conocida «tartana», símbolo de la industria juguetera del municipio. Era muy característico en los primeros juguetes porque con ellos rememoraban la industria del hielo -anterior a la juguetera- y el medio con el que lo transportaban.

Entre los más de 400 juguete, el más antiguo del museo data de 1903 y fue fabricado en Alemania. En este punto, recordar que los alemanes fueron pioneros en este sector y que muchos fabricantes ibenses adquirían piezas en este país europeo para ampliar su colección y ver cómo estaban fabricadas.

Exposiciones

temporales

En el zaguán hay varias vitrinas en las que «exponemos temporalmente algunas de las piezas que tenemos en los fondos, como ahora, que tenemos una muestra de juguetes sólo de Ibi», destaca la directora, que, a su vez indica que también hay una sala temporal que, a día de hoy, acoge la historia de otra importante industria juguetera, la Fábrica Rico y que cuenta con más de 160 piezas, además de documentación de la administración de la empresa y fotografías de la época.

Repercusión

El Museu Valencià del Joguet contó en 2015 con más de 22.000 visitas, llegando a alcanza en un fin de semana normal las 150, según los datos facilitados por el centro museístico. La mejor época y que más público congrega es la campaña navideña y en su mayoría, los visitantes del museo son personas procedentes del sur de Valencia, de la provincia de Alicante y del norte de la comunidad de Murcia, aunque «viene gente de todas partes, como Madrid, Cataluña, Andalucía y del norte de España», apunta Avilés.