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Estudiantes que dan vida a Alcoy

El Campus de la Politécnica y la Escola d'Art aportan cerca de 2.000 residentes a la ciudad, los cuales alquilan pisos y se convierten en nuevos vecinos

Estudiantes que dan vida a Alcoy juani ruz

El concepto de Alcoy «ciudad industrial» está tendiendo a cambiar a consecuencia de una época en la que el peso de las empresas, de la «fabricación», ha caído notablemente. Desaparecieron, por ejemplo, Papeleras Reunidas SA, y las textiles Ferrándiz y Carbonell, en torno al ecuador de los años 80, pero curiosamente los tres edificios han pasado a manos públicas -de la Generalitat el primero y de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) los otros dos-, y en la actualidad albergan actividad y generan riqueza y empleo.

Los complejos de Ferrándiz y Carbonell integran la sede del Campus de Alcoy de la UPV, tras una decisión «estratégica» impulsada en los años 90 y que ha generado un centro universitario con 2.000 estudiantes, de los que unos 1.500 son de fuera de las comarcas de l'Alcoià-Comtat y la Foia de Castalla y que en su inmensa mayoría residen en la ciudad. «Prácticamente todos viven en pisos», explica Antonio Arques, subdirector de Alumnado. Del conjunto, 100 son Erasmus, en general europeos, pero también americanos y chinos, detalla David Gutiérrez, responsable del área de Internacional del Campus.

La cifra definitiva es superior y puede acercarse a los 2.000, pues una gran parte -alrededor de 500- de los 700 estudiantes de la Escola d'Art también son de fuera. «Es el mayor colectivo foráneo que tenemos y está claro que económicamente suponen un impacto para la ciudad. Además, estamos constatando que después hay diplomados que quieren quedarse e intentan montar sus negocios», subraya Manolo Gomicia, titular del área económica del Ayuntamiento de Alcoy.

Los estudiantes, en general, consideran más que adecuada la ciudad para sus estudios y destacan los precios -aunque ven cara la Plaça de Dins y prefieren el centro comercial- y el ambiente. Raúl Salmerón y Antonio Aguado son de Xàbia y cursan el grado en Ingeniería Mecánica; comparten un piso en la zona de Santa Rosa -a diez minutos a pie del Campus- con otros dos jóvenes, de los que uno es de origen colombiano. Raúl relata que «estuve estudiando en Valencia, pero no me gusta tanto barullo; se estudia mejor aquí, que no hay tanta fiesta. Es un pueblo muy grande».

Evidentemente, un piso es más barato en Alcoy que en Valencia. «Aquí cuesta 100 euros al mes, aunque puede subir a 150 cerca de la universidad, pero la gente en general está contenta. Siempre tienes algún problema al principio, como pérdidas de agua, pero te lo solucionan», agregan. Para Antonio, «lo mejor de Alcoy son los Moros y Cristianos, por lo demás es una ciudad tranquila, aunque en nuestro caso echas de menos la costa». Ambos suelen regresar a Xàbia los fines de semana, «salvo que tengamos que estudiar», y desde luego vivir solos no les supone un problema con las actividades cotidianas y domésticas. El «ambiente» nocturno es limitado. «Hay fiesta los jueves por la noche las dos o tres primeras semanas, pero luego se para, porque hay que estudiar. Luego está la "borregada" que no tiene nada que ver con las películas americanas, que será en octubre», detallan.

Caso distinto es el de Liana Torosyan, joven alicantina que tiene alquilada una habitación «sin ventana» en la calle San Francisco, en el casco antiguo, que le cuesta 120 euros al mes. Estudia el grado en Ingeniería Química y considera la ciudad «mal distribuida, con mucha cuesta. En general está bien; me gusta el clima, el aire y espero la nieve. Los precios están bien, en la misma línea que en Alicante». Por su parte, Karla Román es de Alcoy y cuenta que «casi todos los estudiantes de fuera se pillan piso, compartido. Se adaptan bien y en general no suelen tener problemas». Sara Sanjuán es de Alcosser de Planes, y «voy y vuelvo por mis propios medios, porque no hay autobús. Querría haber estudiado más lejos, pero aquí se está bien. Me gusta que las clases no estén masificadas», algo en lo que coincide Liana: «Me gusta que los grupos sean de 50, casi como los 40 del instituto, y no los 150 de una amiga que tengo haciendo Biología».

Beneficios para el comercio

Los comerciantes y hosteleros están «encantados» con esta afluencia estudiantil, que no obstante aún se debe aprovechar más. «Es un grupo muy amplio de posibles clientes, del que tendríamos que estudiar los servicios que necesitan y darles una oferta específica. Ahora, es el grupo exterior más contundente que tenemos, porque los turistas vienen o no, pero los estudiantes se matriculan y se quedan». También considera que hay «más locales comerciales que podrían abrir con oferta pensada para los estudiantes», dice Alex Cerradelo, hostelero y presidente de Alcentro.

Gomicia subraya que «ya hay negocios que se han ubicado en el entorno del Campus, como bares, centros de fotocopias o academias de idiomas. Evidentemente, poner el campus en el centro fue una decisión muy acertada». La Escola d'Art, que acomete el curso este lunes, tiene este año un censo de 700 estudiantes, de los que unos 500 pueden ser de otras zonas. «Tenemos muchísimos alumnos de las Marinas y la Costera, y también de fuera de la Comunidad Valenciana. La inmensa mayoría se quedan a vivir aquí», también en pisos, subraya Vicent Martí, responsable de comunicación. El propio director de la Politécnica, Juan Ignacio Torregrosa, en sus palabras de bienvenida destacaba a los nuevos estudiantes las ventajas: campus en el centro urbano, servicios, complejo deportivo, precios asequibles, naturaleza y amplia programación cultural.

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