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Patrimonio

La herencia de Al-Azraq, en peligro

Los poblados moriscos del interior norte de la provincia languidecen por el expolio y la degradación

La herencia de Al-Azraq, en peligro

Fue en 1609 cuando los miles de moriscos que habitaban el territorio valenciano fueron expulsados, dejando tras de sí un rico patrimonio cultural y arquitectónico que hoy todavía perdura. Los poblados situados en el interior de la comarca de la Marina Alta y de El Comtat, territorios del célebre caudillo árabe Al-Azraq, son mudos testimonios de un pasado de gran trascendencia histórica. Sin embargo, estos vestigios únicos y de gran valor, declarados Bien de Interés Cultural (BIC), languidecen hoy en día fruto del expolio y la degradación, y todo ello ante la indiferencia de las administraciones.

Eventos como las Fiestas de Moros y Cristianos que se celebran a lo largo y ancho de la provincia de Alicante, y en particular las que tendrán lugar la próxima semana en Alcoy, declaradas de interés turístico internacional, nos retrotraen a un pasado no tan lejano en que estas tierras estaban habitadas por musulmanes. De hecho, los festejos alcoyanos rememoran el enfrentamiento de las tropas cristianas con el visir árabe Al-Azraq, quien en el siglo XIII dirigía un amplio territorio que comprendía gran parte de las actuales comarcas de la Marina Alta, la Marina Baixa, El Comtat y la Safor.

Justo en el entorno de donde tenía fijada su residencia, en el castillo de Alcalà, se concentra un conjunto de poblados que fueron abandonados por los moriscos cuando en 1609 el rey Felipe III decretó su expulsión. Se trata de núcleos poblacionales, algunos de los cuáles continuaron habitados durante algún tiempo por los repobladores cristianos, mientras que otros quedaron abandonados de forma definitiva. En la propia Vall d'Alcalà se localizan l'Atzuvieta, La Roca, La Caerola y Benialins, aunque también hay otros conjuntos destacados como la Caerola de Vall d'Ebo, Benimasorc y l'Alcudia en Gallinera, Capaimona en Tollos, Isbert en Laguar o Canessia en L'Orxa.

El historiador Pep Torró resaltaba la importancia de estos poblados, vestigios excepcionales de gran valor e importancia. L'Atzuvieta, sin lugar a dudas, es el máximo emblema, toda vez que se trata del poblado morisco de mayor extensión y mejor conservado de la Comunidad Valenciana. También La Roca, por su tamaño, o La Caerola de la Vall d'Ebo, que cuenta con una casa que se mantiene íntegramente tal y como la dejaron los moriscos, a excepción del techo que se ha venido abajo.

Sin embargo, el paso de los siglos, con el expolio y la degradación como principales enemigos, han terminado hacienda mella en este patrimonio declarado BIC, hasta el punto de encontrarse en estos momentos en un evidente peligro.

Torró fue el encargado de redactar el plan director de un proyecto valorado en un millón de euros que tenía que haberse ejecutado en l'Atzuvieta. «El objetivo -señala- era excavar todo lo que se pudiese, rehabilitar un par de casas para transformarlas en un centro de interpretación, e instalar señalización. Se trataba, en concreto, de consolidar el poblado y musealizarlo, pero en plena crisis no se obtuvo financiación, a pesar de llamar a varias puertas, incluida la del 1% cultural del Ministerio».

Mientras tanto, el Ayuntamiento de la Vall d'Alcalà, municipio que concentra el mayor número de poblados moriscos, asiste con desesperación a la paulatina degradación de este patrimonio, que aparte de tener una gran importancia desde el punto de vista histórico y cultural, también podría convertirse en un gran atractivo de cara al turismo.

El alcalde, Pablo Martínez, manifestaba que «estamos hablando de una cuestión de voluntad política. Falta inversión y, en estos momentos, incluso medidas de emergencia, porque la expoliación y el deterioro propician que exista un peligro real incluso para la gente que visita estos poblados, dado que se pueden producir desprendimientos».

El Ayuntamiento ya ha enviado una carta a la dirección general de Patrimonio de la Conselleria de Cultura advirtiendo de la situación en la que se encuentra el poblado de La Roca y el yacimiento prehistórico situado en el mismo entorno, aunque hace extensivo el mismo llamamiento para el resto de núcleos moriscos. «Estamos hablando de un BIC, cuya catalogación le costó dinero a las arcas municipales. Un ayuntamiento como el nuestro, de 170 habitantes y un presupuesto de 160.000 euros, no puede abordar estas actuaciones. Son la Generalitat y la Diputación las que están capacitadas para llevar a cabo planes de emergencia».

Martínez, además, pidió un replanteamiento del sistema de subvenciones. «El Consistorio -recuerda- obtuvo en 2012 una ayuda de 300.000 euros de la Conselleria de Cultura para hacer un museo en l'Atzuvieta, pero tenía que aportar el 30% y se vio obligado a renunciar a la misma, porque no cuenta con esos fondos ni puede pedir préstamos por las restricciones impuestas por el Ministerio de Hacienda».

El alcalde de la Vall d'Alcalà lamenta la compleja situación en la que se encuentran las poblaciones de pequeño tamaño, debido precisamente a la falta de financiación. «Yo creo que las administraciones todavía piensan que el turismo está en la costa, cuando las zonas de interior tenemos enormes posibilidades. Hay que conseguir que la gente venga a vivir a estos pueblos, pero para ello hacen falta servicios como buenas carreteras, transportes y sanidad, entre otras muchas cosas».

En el caso de la Vall d'Alcalà se está intentando paliar la falta de ayudas con la movilización vecinal, y en este sentido se ha constituido la asociación cultural La Roca, presidida por Virginia Barciela, que está promoviendo actividades en recuperación del territorio a nivel agrícola, cultural, patrimonial y medioambiental.

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