La Conselleria de Educación, Investigación, Cultura y Deporte consumaba a principios de mes la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Espacio Etnológico de la Ruta dels Molins Paperers de Banyeres. Se trata de un acuerdo por el que ha venido trabajando desde hace años el Ayuntamiento del municipio, y con el que además de reconocerse el valor histórico y arqueológico de las antiguas fábricas e infraestructuras hidráulicas situadas en la cabecera del río Vinalopó, se procede a su protección.

El curso alto del río Vinalopó presenta un rico y variado repertorio de soluciones técnicas para el aprovechamiento del agua en actividades domésticas y productivas. Las distintas culturas que se han asentado en esta zona, han ido construyendo a lo largo de los siglos toda una serie de elementos del patrimonio hidráulico a fin de utilizar hasta la última gota de agua existente. Destacan en este sentido los sistemas de regadío derivados del río, fundamentados en el partidor de aguas que distribuye históricamente el agua de riego para los términos de Banyeres, Bocairent y Beneixama. Los microsistemas hidráulicos construidos a partir del aprovechamiento de fuentes y galerías drenantes, y los sistemas de azud y acequia dotados de balsas de decantación.

Así se hace constar en la orden de la declaración del BIC, informe en el que se resalta que el crecimiento de la población en época andalusí y tras la conquista cristiana impulsó la construcción de molinos harineros en el río. La intensificación de la actividad mercantil y la industria pañera propició desde el siglo XV la construcción de molinos para el apresto de paños. Más tarde, con el desarrollo de la industria del papel, comenzó en el siglo XVIII el levantamiento de molinos papeleros, tendencia sostenida hasta el siglo XX en paralelo al incremento de la demanda de papel de fumar.

Banyeres es hoy una villa industrial gracias a su pasado hidráulico, y el Ayuntamiento, se destaca desde la conselleria, ha sido especialmente sensible a la protección y recuperación del patrimonio cultural del agua, fundamento de su industrialización y de su identidad cultural como población. La creación en 1997 del Museu Valencià del Paper, gracias a la colección cedida por Juan Castelló Mora, es una buena muestra de ello.

El Consistorio, no obstante, pretende hacer un museo vivo, con una ubicación permanente en alguno de los monumentales molinos papeleros del Vinalopó. El punto de partida fue la adquisición en 1991 de todos los edificios, instalaciones hidráulicas y terrenos de la extinta Papeleras Reunidas, a lo que siguieron en sucesivas fases obras de consolidación en el Molí L'Ombria, la rehabilitación de la cubierta del Molí Sol, y la recuperación en estos mismos momentos de uno de los edificios anexos para la creación de un centro de interpretación del río Vinalopó y de la industria papelera.

Las intervenciones de conservación, restauración y puesta en valor han estado orientadas a hacer posible el goce y disfrute del público del patrimonio hidráulico del río, y con ese objetivo se ha creado la Ruta del Molins mediante el acondicionamiento y la señalización de un cómodo itinerario de poco más de tres kilómetros por las antiguas fábricas e infraestructuras hidráulicas, que también permite disfrutar de los atractivos naturales de la zona.

La ruta se inicia junto a la zona de acampada, que remite al curso alto del Vinalopó, donde se sitúa el partidor de las aguas. Justo al lado se sitúan los denominados Molinos del Partidor, uno molinero y otro papelero originarios de 1877, que en la actualidad están bien conservados como segunda residencia y casa rural.

Tras visualizar el azud y la impresionante acequia del Molí de L'Ombria, que hace las veces de camino, se llega al propio edificio papelero, cuya construcción se inició en 1779 y cuya conservación, pese a que se ha consolidado la nave principal, es bastante malo. No obstante deja entrever todavía su majestuosidad, sobre todo desde la zona del azud.

Tras superar el Molí de Serrella, hoy totalmente reformado como vivienda, y el Molí de Torró, en ruinas, se llega al Molí Sol, también conocido como Blanco y Negro, con sus enormes balsas de decantación. Se edificó en 1856, y el estado de conservación del cuerpo principal es bueno. Desde allí se llega al cercano Molí Pont, de 1877, que se conserva también en buen estado, y justo al lado el Molí de L'Espenta, de 1863, hoy en ruinas.