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Alcoy

Las dos caras del casco antiguo de Alcoy

Edificios y calles de gran valor arquitectónico conviven con zonas degradadas y solares vacíos

Imagen del final de la calle San Lorenzo con el impresionante edificio del Centro Cultural, y en la paralela calle de San Juan solares y casas en ruina. juani ruz

La protesta llevada a cabo la semana pasada por los comerciantes y hostelerosprotesta comerciantes del centro de Alcoy, reivindicando cambios que mejoren el presente y futuro no sólo del sector, sino del conjunto del casco antiguo, ha puesto de manifiesto la compleja situación en la que se encuentra esta zona de la ciudad. Edificios y calles de gran valor arquitectónico conviven con zonas degradadas y solares vacíos, al tiempo que numerosas casas se encuentran desocupadas y sólo vuelven a la vida con motivo de las Fiestas de Moros y Cristianos y la Cabalgata. En medio de todo esto, el Ayuntamiento intenta hacer frente con limitados medios a un declive urbanístico que se remonta a los años 80, fruto de políticas erróneas y la posterior crisis del ladrillo.

El casco antiguo de Alcoy cuenta con dos caras bien diferenciadas. Por un lado están las calles principales, caso de San Nicolás, San Lorenzo, País Valencià, Santo Tomás y la plaza de España, que albergan edificios de gran valor arquitectónico, auténticas joyas del modernismo, que además han sido objeto de importantes rehabilitaciones en los últimos años. También es destacable la plaza de Ferrándiz y Carbonell, que alberga el Campus de Alcoy de la Universidad Politécnica de Valencia, e inmuebles como los museos de Fiestas o de los Bomberos.

Frente a esa realidad, que cada vez atrae a más grupos de turistas, convive otra mucho menos presentable. Y es que en calles que en muchos casos discurren paralelas a las anteriormente citadas, aparecen zonas degradadas y solares resultantes de numerosas casas que han tenido que ser derribadas debido a su deterioro. Algunas de estas viviendas continúan en pie, aunque en una evidente situación de ruina, configurando un paisaje de contrastes.

El declive urbanístico de estas zonas arrancó en los años 80 del siglo pasado con la gota fría, incluso antes en algunos casos, dado que en los 70 ya se derribaban casas con trilita. Las antiguas viviendas de los trabajadores empezaron a deteriorarse en esa época sin que se aplicaran medidas efectivas que combatieran la degradación. La única iniciativa que se recuerda fue la del denominado Plan ARA, cuya actuación reseñable fue la de los nuevos bloques de pisos del barrio de la Sang, con acabados que dejaron mucho que desear. También es justo reconocer la gran labor llevada a cabo para renovar todo el alcantarillado y las conducciones del subsuelo.

Pero los inmuebles fueron cayéndose por efecto dominó, en una situación en muchos casos consentida, quizá pensando que para los constructores era mucho más apetecible levantar edificios de nuevo cuño que rehabilitar los existentes. Así, desapareció el patrimonio de las viviendas obreras, tal y como denunciaba en esa época el profesor en Historia Contemporánea y posteriormente edil de EU, Lluís Torró. Incluso, en la parte baja del casco histórico, también el antiguo trazado de las calles pasó a mayor gloria. El resultado: los solares que se acumulan en lo que se podría denominar la «trastienda» del centro.

En medio de ese caos, justo es hacer referencia a lo que supuso un soplo de aire fresco para el casco antiguo, con la rehabilitación de las iglesias de Santa María, San Mauro, Mare de Déu y Asilo, dentro del programa de la Generalitat de la Luz de las Imágenes.

Paralelamente, el centro ha visto como en los últimos 30 años han cerrado 178 comercios, lo que ha sido esgrimido por el sector para emprender una serie de movilizaciones dirigidas a promover cambios morfológicos y estructurales que lleven no sólo a una mejora de su actividad económica, sino también de las infraestructuras, arquitectura y sostenibilidad del barrio. El presidente de la asociación Alcentro, Álex Cerradelo, resumía las reivindicaciones en «una norma técnica específica para locales comerciales y de hostelería del centro de Alcoy, que teniendo en cuenta sus características facilite su apertura», y también en la confección de «un plan urbanístico que nos ayude a crear una zona agradable de convivencia entre los vecinos, los comerciantes y los visitantes». Destacar, respecto a la primera de las peticiones, que ya esta semana el sector ha mantenido una reunión con el director general de Comercio, para abordar las medidas a aplicar.

Por parte de los vecinos, el presidente del centro, José Luis Antequera, destacaba que «hay que empezar por la base, que es mejorar la seguridad y la limpieza, y poner en marcha un plan estratégico que garantice la viabilidad de los negocios. También hay que emprender una campaña para que la gente venga a vivir a esta zona de la ciudad, sobre todo dirigida a los jóvenes». Los vecinos están en contra de una peatonalización, «porque eso sólo beneficiaría al consumo, y nosotros lo que queremos es un casco antiguo que sea productivo».

El alcalde, Antonio Francés, destacó la necesidad de hablar del centro «en positivo», afirmando que «está vivo y con mucha actividad». Así, subrayó que «pese a que todavía quedan muchas cosas por hacer, también hemos aplicado muchas medidas para mejorar la situación de la zona». En este sentido, citó cuestiones como las ayudas para la rehabilitación de viviendas, el traslado de los juzgados al casco antiguo, o las gestiones para redactar una ordenanza específica que facilite la actividad económica. Respecto a la necesidad de construir viviendas en los solares vacíos, Francés destacó que «el gobierno municipal ha apostado claramente en el nuevo PGOU por el urbanismo compacto», aunque admitió que «habrá que esperar a la recuperación económica para que se reactive también la construcción».

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