Estos particulares senderistas cuidarán también su dieta durante la marcha, aunque no tanto desde el punto de vista saludable sino histórico. Por ejemplo, no se admiten chocolates, ya que en esa época todavía no había llegado el cacao de las Américas. Beberán zumos como el de granada o vinos aromáticos como el «mulsum». Asimismo, portarán comidas elaboradas según recetas extraídas de libros tan famosos como el recetario de Apicio, que fue un gran cocinero de la época imperial.