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Alcoy

Un episodio negro que vuelve del pasado

Un investigador de la UA, Jorge Doménech Romá, revela en un libro la verdadera historia del derribo y reconstrucción de iglesias en la Guerra Civil

Un episodio negro que vuelve del pasado

«Las iglesias de Alcoy. Sus orígenes, destrucción y reedificación» es el título de un libro que, desde hace dos días, puede encontrarse en las librerías. Su autor es Jorge Doménech Romá, alcoyano, arquitecto técnico y que desde 1988 es profesor e la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Alicante (UA), que en 324 páginas recopila una de las historias más negras de la ciudad: la Guerra Civil y la Posguerra, a través de la destrucción de las iglesias de Santa María, San Mauro y San Agustín, y de la posterior reconstrucción de las dos primeras. De la tercera, nunca más se supo: en su lugar está hoy el centro de salud de Plaça de Dins.

Sin duda alguna, se trata de una aportación muy destacada a la historiografía local, pues, por primera vez, según explica Jorge Doménech, se ha incorporado la documentación existente en el Archivo Histórico Nacional de Salamanca, cruzada con la del de Defensa de Madrid y otros civiles y eclesiásticos. «En realidad, es un estudio de las iglesias de Alcoy desde el siglo XIII, pero me meto a fondo en la Guerra civil, tratándola con seriedad», lo que es fruto de una labor de cuatro años, que tuvo su partida en la obtención de la documentación del Archivo de Salamanca y en el estudio de la documentación particular de Roque Monllor Boronat, que fue el arquitecto de Santa María.

«Critico duramente a los dos bandos y dejo constancia de que la gran víctima fue la tercera España, es decir, la gente que no estaba involucrada y se vio obligada a meterse. Esto fue una gran injusticia», afirma. Aparte, subraya que «hubo una gran violencia sobre las personas y también los edificios; se puede constatar cómo se pisoteó el patrimonio por razones ideológicas, aunque luego se "vendiera" por razones materiales. Por ejemplo, San Agustín se demolió porque hacía falta un mercado, pero luego se puso un centro de comunicaciones».

En cuanto a las víctimas de la represión, Jorge Doménech eleva las cifras conocidas hasta ahora, especialmente en el caso Republicano. «Había computadas 127 víctimas, pero he podido corroborar en base a varios archivos que fueron 160, incluyendo dos que no fueron identificadas -posiblemente, no tendrían familia- y están debidamente detalladas; del bando Franquista, hay 47, de los que algunas fueron por delitos de sangre, pero la mayoría no. En esta zona, como detalló Paul Preston, tenemos el triple de víctimas Republicanas que Franquistas, cuando en la mayor parte de España -salvo en Madrid y Cataluña- fue al revés».

Jorge Doménech tiene la convicción, en torno a la destrucción de las iglesias, de que «los trabajadores en general eran indiferentes a la Iglesia», y atribuye esta acción a «los fanáticos locales del Ayuntamiento, movidos por razones ideológicas. Fanáticos hubo en los dos lados».

También detalla que si ha investigado este aspecto es porque «hace muchos años que ha pasado y nadie lo ha explicado. Yo tengo la imagen marcada del día de la bendición de las campanas de Santa María en la plaza de España, que mi abuelo me levantó en brazos para que las viera». Por ello, ha analizado lo ocurrido, estudiando la documentación y llegando a la conclusión de que «los derribos fueron ideológicos, sirviendo para desviar la atención a través de la destrucción de un importante patrimonio artístico y arquitectónico».

Tras subrayar que «es un libro para la reflexión y no para la polémica; por ello no tengo previsto hacer presentación alguna», hace hincapié en que por el otro lado también hubo «ideología» con la reconstrucción. «Se vendió que Franco subvencionaba la nueva construcción, pero en realidad no fue así: el 78% de Santa María y el 71% de San Mauro se pagó con las donaciones. Tardaron doce años en hacerse y si fue posible fue por la tercera España, la gente que estaba harta de la violencia y la guerra y quería tranquilidad. Por eso, apoyó la reconstrucción».

Por último, el profesor resalta que el libro combina «los datos escalofriantes, como que el 37% de las víctimas fueron de la retaguardia de los dos bandos», con «el ensalzamiento de los valores humanos, como el del director general de Prisiones de Madrid, que era anarquista y salvó a 1.500 personas, o el del escultor Peresejo, que consiguió salvar la iglesia de San Jorge. Son valores humanos por encima de las barbaridades que se hicieron», concluye, insistiendo en que «no quiero incitar una polémica con el libro sino una reflexión sobre los hechos».

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