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Un cementerio como un museo

El atractivo de los panteones de la época modernista y las galerías subterráneas están difundiendo el camposanto a nivel internacional

El ángel del panteón de Fernando Cabrera a la entrada del camposanto es uno de los elementos más destacados del recinto. JUAN SANZ

Hay lugares inesperados que esconden arte, cultura, belleza y recuerdos; un claro ejemplo de ello es el cementerio de Alcoy, el cual recoge múltiples características que lo convierten en lugar de visita obligatoria de la ciudad. Un camposanto, además, que está adquiriendo cierto renombre nacional e incluso internacional por el valor artístico de sus panteones.

El cementerio de San Antonio Abad fue trasladado a la zona actual debido a la proximidad que el cementerio viejo construido en 1812 tenía con el núcleo urbano, a lo que también influyó la fuerte epidemia de cólera que asolaba la ciudad a finales del siglo XIX. Se instaló en la zona actual de forma provisional, pero hasta el 29 de agosto de 1889 no se realizó un proyecto de obra definido para llevarlo a cabo. El proyecto ganador fue el presentado por el ingeniero Enrique Vilaplana Julià.

Sin duda, es un conjunto de arte pero un lugar de recorrido cultural y turístico que despierta emociones y ofrece riqueza cultural y artística. Sus monumentos son sin duda iconos de recuerdos familiares, especialmente en el caso de los panteones, pero a su vez arte de principio a fin.

El marco es digno de contemplación y para ello es necesario detenerse y analizar cada uno de los detalles que los panteones ofrecen. La mayoría fueron construidos por la burguesía industrial -sobre todo textil- alcoyana a finales del siglo XIX y principios del XX. En el estilo de estas construcciones predominan el eclecticismo y el modernismo, pero también hay ejemplos de estilos góticos y bizantinos, e incluso neorrománicos y neoegipcios; los detalles de estos estilos también se utilizaron en los edificios de la época, constituyendo ejemplos como la Casa del Pavo o el Conservatorio de Música.

El inicio del recorrido por estos panteones artísticos se acomete nada más poner el pie en el cementerio, pues el panteón de Agustín Gisbert abre el apetito del visitante puesto que no puede dejar indiferente a nadie.

Este panteón que era propiedad del titular de La Mistera y de la Casa del Pavo fue construido en 1903. Representa un dolmen prehistórico realizado con hierro y cemento, materiales simbólicos de la industrialización. Lo coronan un pebetero y una guadaña, elementos decorativos que fueron reutilizados de una tumba anterior. El panteón fue diseñado por el pintor Fernando Cabrera, aunque los proyectos de la cripta y del monumento están firmados por el ingeniero José Cort Merita y el arquitecto Vicente Pascual. Solo hay que rodear el panteón para descubrir otro de los elementos decorativos que realzan la belleza de este monumento, «El Ángel del Silencio», obra realizada por el escultor Lorenzo Ridaura. Este monumento ha sido el responsable de que el cementerio de Alcoy haya sido seleccionado entre los 10 finalista del I Concurso de Cementerios de España 2014, organizado por la revista «Adiós». Entre los candidatos se encuentran cementerios de la talla de la Almudena o Montjuic.

María Llopis, edil de Turismo del Ayuntamiento de Alcoy manifestaba que «aunque existen grandes competidores llegar a la final ha sido todo un logro» que no esperaban cuando presentaron la candidatura.

Comentaba que esta candidatura traerá un «impulso de popularidad» que será aprovechado para seguir realizando actividades en el cementerio. Añadía que para el próximo otoño se reanudarán las visitas guiadas que los historiadores Elisa Beneyto y Lluís Llopis iniciaron hace tres años y que ha triplicado las solicitudes en todas sus convocatorias. Sin duda, el objetivo de estos paseos es acercar el valor histórico y artístico del lugar.

La concejal también destacaba como novedad la ponencia que los dos historiadores realizarán sobre el cementerio en un congreso europeo que se celebrará en Barcelona.

Siguiendo con el paseo, hay que destacar otra seña de identidad del cementerio, la cual es única en España. Se trata de unas galerías subterráneas obra del propio arquitecto del cementerio Enrique Vilaplana Julià, el cual podría haberse inspirado en alguna construcción europea de similares características.

Estas galerías o catacumbas configuran un elemento inédito, cuy recorrido es obligado y cuya luminosidad evita cargas de angustia para el visitante, que sí se pueden tener en el descenso a los panteones de la zona noble, la mayor parte de los cuales están abiertos. Estas catacumbas están adquiriendo popularidad en los últimos tiempos y se han convertido en escenario de diversos rodajes cinematográficos.

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