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Alcoy

La legionela deja sólo 2 casos en Alcoy en 2013, el índice más bajo en 14 años

El alcalde Francés subraya que la ciudad se ha situado en niveles «por debajo de la media» nacional, pero que se mantiene intacto el dispositivo de prevención

El estanque del parque del anfiteatro de la Zona Norte permanece en desuso por la prevención de la legionela. JUANI RUZ

Del lago del nuevo parque de Batoy, en Alcoy, hay muy pocas fotografías. Terminado en la primavera de 1999, estuvo operativo apenas unos meses, ya que quedó inactivo a partir de septiembre de ese mismo año, cuando se declaró el estado de excepción en torno a la legionela: se había detectado el primer brote, con 36 afectados, al que seguirían once más hasta 2011. Hoy, la situación ha cambiado radicalmente, hasta el punto que los dos casos computados en 2013 dejan la ciudad por debajo de la media epidemiológica. De todos modos, los dispositivos preventivos de Salud Pública siguen plenamente activos, una situación que continuará con el fin de procurar que la situación no cambie, según ha resaltado el alcalde Antonio Francés.

Involuntariamente, Alcoy acabó convirtiéndose a partir de 1999 en la «capital de la legionela», por la reiteración de unos brotes epidemiológicos que configuraban una situación inédita en España: es habitual que una ciudad registre un brote, incluso de grandes proporciones -Murcia llegó a padecer uno con 800 afectados-, pero no la repetición permanente. La situación orográfica de Alcoy, los vientos, las condiciones meteorológicas y la presencia de grandes industrias en el casco urbano se esgrimían como posibles causas de la situación.

La realidad es que a las autoridades de Salud Pública -con Manuel Escolano en Valencia y José Fenollar en Alcoy como máximos responsables-, les costó mucho, más de una década, revertir la situación, algo que en algunos medios se considera ha contribuido decisivamente la crisis económica vigente, con la desaparición de algunas fábricas de gran tamaño situadas en pleno casco urbano.

A finales de la primera década de 2000 la reducción de casos y la práctica desaparición de brotes provocaron que se empezara a aliviar la presión, e incluso se pusiera en marcha el dispositivo para rebajar la cloración del agua -una de las principales medidas preventivas y, sin duda, la que más impacto ciudadano ha tenido-, pero todo esto se paralizó por el brote de 2010. Sin embargo, la crisis epidemiológica no se reprodujo y aunque en 2011 hubo un total de 11 casos, todos fueron considerados aislados y por tanto sin incidencia especial.

En 2012, el impacto de la bacteria se redujo hasta niveles prácticamente insólitos, ya que se cerró con tres casos aislados. El último año, todavía ha sido más benigno, ya que únicamente Sanidad reconoció dos casos de esta enfermedad en la ciudad, separados en el tiempo y sin relación entre sí.

El alcalde Antonio Francés ha subrayado que «estamos ahora por debajo de la media nacional» en referencia al impacto de enfermedad, pero incidió en que las medidas preventivas seguirán plenamente activas, con el fin de que todo siga igual. Esto supone restricciones, sobre todo a la hora de utilizar sistemas de agua a presión, que la bacteria utiliza para desarrollarse.

Hay que significar que aunque las fuentes públicas y surtidores públicos siguen cerrados, el Ayuntamiento tiene el objetivo de abrir dos, la del Parterre y otra de la Zona Norte, sin que por el momento la medida se haya materializado; es posible que se acometa a lo largo de este año.

La mejora epidemiológica, además, ha permitido la rebaja del nivel de cloro en la red de agua potable, que ha pasado de 1,5 a 1 parte por millón, pero no se descarta que aún se rebaje un poco más.

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