Un grupo de 14 vecinos con atuendos estrafalarios y el rostro empolvado ha vuelto a someter por unas horas a Ibi al gobierno de lo "absurdo" a golpe de harina, huevos y miles de cohetes borrachos, en una fiesta centenaria que se celebra cada día de los Santos Inocentes.

El origen de "Els enfarinats" se remonta a más de cien años aunque cogió auge a partir de la década de 1980.

La fiesta se ha iniciado con media hora de retraso cuando los 14 "insurgentes", todos ellos con el requisito de ser casados, han corrido hasta el ayuntamiento para arrebatar la vara de mando del pueblo al alcalde, Rafael Serralta (PP), con el fin de instaurar unas normas no escritas que llaman "Justicia nueva".

Durante su corto mandato y en un tono eminentemente festivo, se han dedicado a multar a viandantes y comercios con la amenaza del lanzamiento de harina, huevos y carretillas aunque con un encomiable fin: este año el dinero sufragará la nueva caldera de la residencia de ancianos.

Este gobierno de lo absurdo sanciona a todo el mundo puesto que, por ejemplo, se multa tanto el caminar por la acera como por la calzada, o ir por el sol y también por la sombra.

Con unas vestimentas imposibles, "els enfarinats" se organizan bajo la dirección del alcalde y también cuentan con un juez, fiscal, secretario y cajero, y se enfrentan a la oposición, "els tapats", que tienen el denominador común de portar una chistera negra adornada con estrellas de papel.

Durante varias horas se desarrollan las escaramuzas, principalmente en la plaza de la Iglesia, bajo el estruendo de miles de petardos, carretillas y arrojando varios miles de kilos de harina.

El lanzamiento de la harina se produce bajo cualquier medio, ya sean sacos, cubos, a mano y hasta extintores especialmente rellenados, como por ejemplo ha hecho en silla de ruedas el concejal Rubén Barea, mientras que los huevos han sido podridos a conciencia, ya que muchos han sido agujereados hace días para la ocasión.

Muchos comercios han sido objeto del "chantaje" para recoger fondos y no se han librado de la harina, mientras que los insurgentes han lamentado que, al coincidir en sábado, este año se hayan salvado las sucursales bancarias, una de sus víctimas favoritas.

Las escaramuzas concluyen con una copiosa comida al aire libre donde se sirve un gran perol de "llegum", plato a base de carne de cerdo y judías blancas, y a partir de las 17 horas se debe volver a la normalidad mediante la devolución de la vara de mando a quien es alcalde los 364 días restantes del año.

Además, la jornada incluye el 'ball del Virrei' ('baile del Virrey') y la 'dançà' ('danza') en las que participan mujeres vestidas con lujosos trajes, hombres cubiertos con elegantes capas, y otros peculiares personajes disfrazados de las formas más variopintas y con máscaras.

El alcalde, Rafael Serralta, ha explicado a EFE que intentan mantener la auténtica tradición de esta fiesta que cada vez tiene más repercusión internacional, como lo refleja que este año hayan cubierto esta peculiar "batalla de harina" televisiones de Alemania y Australia.

También ha destacado la ausencia de incidencias y ha valorado la seguridad en el lanzamiento de petardos y carretillas, ya que los lanzadores han tenido que obtener un carnet previamente.