El caso de Irene Marset sobrecogía a los medios hace apenas un mes. La familia de la joven contestana pedía la solidaridad ciudadana a través de una campaña de recogida de tapones de plástico. Irene, de 17 años y con una parálisis cerebral que le impide desplazarse por sí misma, necesitaba una silla de ruedas eléctrica con control cefálico.

El sueño se ha podido hacer realidad gracias a la colaboración de la Fundación Seur, que se puso en contacto ayer con la familia de Irene para informarles que las 60 toneladas que eran necesarias se habían alcanzado. La fundación hará entrega el próximo martes a los padres de la joven de un cheque de 12.000 euros, una cifra tras la cual se esconde el rostro de felicidad de los familiares, que podrán comprarle la silla que permitirá adaptarse a las condiciones del cuerpo de Irene.

Los padres, Chelo Castelló y Francisco Marset, se encontraban con dificultades para cubrir las necesidades de su hija, ya que aseguraban que "Irene crece y necesita nuevos aparatos". La familia ha agradecido públicamente todo el esfuerzo y apoyo que han recibido durante estos meses de parte de todo el mundo.

Seguro que la ayuda y el cariño de la gente es el mejor regalo que pueda recibir esta joven antes de cumplir sus dieciocho años.