Ibi vibró ayer con las Entradas de Moros y Cristianos, uno de los actos centrales de las Fiestas Mayores que la localidad celebra en honor a su patrona, la Mare de Déu dels Desamparats. El buen tiempo, asimismo, acompañó en todo momento a los festeros, que pudieron lucirse ante el numeroso público que se concentró a lo largo de todo el recorrido.

Con puntualidad, el boato de la Comisión de Fiestas marcó el inicio de la Entrada Cristiana, abriendo paso a un magnífico desfile que estuvo marcado por las vistosas vestimentas y la gran participación. El concejal de Fiestas y Tradiciones, Juan Valls, apuntó que "unas 5.000 personas" desfilaron en las entradas, contando a festeros, boatos y músicos, cifras que se asemejan, según señaló Valls, a las de años anteriores, destacando que "esto quiere decir que la participación no ha descendido" a pesar de la actual coyuntura económica.

Con la llegada del capitán cristiano, cargo ostentado por Pascual Moltó, de la comparsa Cides, a las puertas del Ayuntamiento se vivió uno de los momentos más emotivos del desfile, pues, tal y como manda la tradición, Moltó recibió las llaves de la villa, comprometiéndose, de este modo, a velar por sus ciudadanos. Mientras tanto, de fondo, se escuchó el repique de campanas anunciando la llegada de las tropas cristianas. El traje que vistió el capitán dejó boquiabierto al público al estar repleto de multitud de adornos dorados y de pedrería, ornamentación que brilló con intensidad gracias al radiante sol que lució durante todo el día.

La alcaldesa de Ibi, Mayte Parra, elogió a la comparsa Cides "que a pesar de que son pocos participantes, cada siete años dan el do de pecho". Parra también se mostró contenta porque "el tiempo nos ha acompañado" y porque desde "antes de que empezase la Entrada, las tribunas ya estaban repletas de gente", esperando a que comenzase tan destacado acto.

A lo largo del desfile, asimismo, se pudieron ver animales, festeros en carrozas repletas de embutido, chicas repartiendo incienso, un espectacular ballet compuesto por niños y niñas e, incluso, una batukada.

"Es una Entrada impresionante", tal y como comentó la directora general de Turismo, Cristina Morató, que ayer acudió por primera vez a estos festejos y quedó maravillada. Morató también recordó que "desde las administraciones debemos fomentar las costumbres tan ricas que tenemos en toda la Comunidad".

Ya por la tarde, a eso de las cinco, las huestes moras irrumpieron en la villa con paso pausado y sereno. La elegancia y la vistosidad marcaron el desfile vespertino, encabezado por el capitán moro, Eugenio Díaz, componente de la comparsa Tuareg, quien estuvo acompañado por su esposa y abanderada, Cristina Moltó, y su hijo, así como arropado por multitud de familiares y amigos. La capitanía de la media luna trasladó al público al pueblo bereber que da nombre a la comparsa, Tuareg, en el desierto del Sahara. Las tiendas fabricadas en pieles y telas fueron la clave para que los asistentes se sintiesen como en un campamento.

Además, entre los participantes destacaron los Tuareg de Albaida y el grupo Los Guinawer, estos últimos ya asiduos en las capitanías de la comparsa.

La majestuosidad, la diversidad de colores, la elegancia de los festeros y el paso pausado, fueron las claves del éxito de la Entrada Mora de Ibi, que no dejó indiferente a a nadie del público.

Por otro lado, nada cabe reprochar a los Almogávares, Piratas, Templarios, Beduinos y Almorávides que, finalmente, recorrieron las calles más céntricas de la villa juguetera sin la presencia de uno de los cargos más importantes de las Fiestas de Moros y Cristianos de Ibi, las abanderadas.

A pesar de la ausencia, dichas comparsas supieron ganarse a los asistentes, pisando fuerte y luciendo con más ganas que nunca las vestimentas características de cada una de comparsas.