Una caravana de consellers, directores generales y secretarios autonómicos está recorriendo estos días hasta el último rincón de la Comunitat Valenciana. Es un viaje continuo en el que estos mandatarios autonómicos cantan las excelencias del gobierno Camps, despellejan a Zapatero y anuncian las buenas nuevas para la próxima legislatura. Hay que señalar, sin embargo, que esta comitiva de coches oficiales parece sentir una extraña aversión por Alcoy. Cuando llegan a la altura de la industriosa ciudad del Serpis, los jefes les ordenan a los chóferes que aceleren y que pasen de largo, dejando tras de sí una estela de polvo y decepción.

Este misterioso fenómeno automovilístico es la demostración de una realidad política incontestable: el PP de Alcoy afronta esta campaña electoral desde la más absoluta soledad y sin apenas apoyos externos. La irreductible militancia el tándem Sedano-Peralta en las barras bravas del ripollismo más extremo, nos sitúa ante un escenario difícil de entender: los populares alcoyanos han de buscarse la vida sin la ayuda de sus compañeros de partido en la Generalitat, sin poder rentabilizar electoralmente las actuaciones de una administración que en los últimos años ha realizado importantes inversiones en la ciudad. Como ejemplo de este despropósito, ahí va una anécdota sangrante: Trini Miró, la consellera alcoyana que ha traído la Luz de las Imágenes y el Centre d´Art, ha presidido la presentación del alcaldable popular de Muro y sin embargo, no ha participado en un solo acto en Alcoy.

La primera consecuencia de la ruptura con Valencia es que populares alcoyanos se han visto obligados a poner en marcha una campaña estrictamente doméstica, en la que no podrán contar con las complicidades de Consell a la hora de darles una mayor fuerza a sus promesas de proyectos para el futuro. La falta de artistas invitados también provoca que la campaña popular venga marcada por la repetición de caras y por la sobreexposición del alcalde, Jorge Sedano. Las cosas han llegado a tal punto, que para muchos dirigentes del PP local, la coincidencia del periodo electoral con las Fiestas de Moros y Cristianos se valora como una auténtica bendición, ya que les permite disimular su situación de desamparo. Si el enfrentamiento con los campistas afecta a los contenidos de la campaña de los populares alcoyanos, también tiene sus consecuencias sobre el tono que están aplicando a todas sus intervenciones públicas, que parecen marcadas por un cierto estado de ansiedad. El alcalde Sedano y los miembros de su equipo son conscientes de que están ante una batalla a vida o muerte, de que en estos comicios, además de la Alcaldía, se están jugando sus carreras políticas. Tras protagonizar una sucesión de sonados desafíos a la dirección regional, los líderes del PP de Alcoy tienen muy claro que en el caso de una hipotética derrota en las municipales, las huestes de Paco Camps (con la mayoría absoluta recién estrenada) llegarían a la ciudad con la sana intención de vengarse y de cortar cabezas. Y de ésa, no les iba a salvar ni el mismísimo Ripoll, que bastante tendrá con salvarse a sí mismo.