Alcoy es una ciudad industrial que lleva una década sin crear ni un solo metro cuadrado de suelo industrial. A pesar de eso, el proyecto de referencia de las cuatro últimas campañas electorales (incluida ésta) ha sido el de la creación de un gran parque empresarial en la zona de la Canal, en donde siguen creciendo los girasoles y los olivos, sin que se atisbe hasta la fecha nada que se parezca a una fábrica.

Nos hallamos ante un ejemplo paradigmático de lo que podría calificarse como el bucle alcoyano; o lo que es lo mismo, la capacidad que tiene nuestra clase política para darle vueltas a un tema, sin obtener ni el más mínimo resultado práctico. El debate en torno al polígono de la Canal ha ocupado miles y miles de páginas en los periódicos, mientras las empresas de la ciudad se veían obligadas a emigrar a Cocentaina y a Muro en busca de un espacio decente en el que seguir manteniendo su actividad.

El PP ha convertido la Canal en el punto único de su programa de promoción económica para las elecciones del 22-M. El Gobierno de Jorge Sedano le otorga poderes taumatúrgicos a este desolador descampado y nos anuncia que centenares de empresas se olvidarán de la crisis y del parón de la economía, para venir en peregrinación a instalarse en estos bancales situados junto a la autovía. Después de tres legislaturas prometiendo esta obra «urgente y prioritaria», los populares se han visto obligados a introducir una coletilla aclaratoria que viene a decir, más o menos, que «esta vez, sí… esta vez va en serio».

Por su parte, los partidos de la oposición dedican a los ataques contra la Canal buena parte de sus intervenciones electorales. La presentación de ubicaciones alternativas a esta zona industrial ha acabado por convertirse en un clásico imprescindible de los discursos de los candidatos del PSOE, Bloc y EU, que cada campaña se exprimen las neuronas para hacer la propuesta más original.

Tras 16 años contemplando un interminable partido de tenis en torno a las virtudes y los defectos del presunto polígono de la Canal, he llegado a una conclusión alarmante: los políticos se han instalado en este debate estéril, por que se encuentran muy cómodos en él.

Enfrentadas ante la evidencia de que el modelo industrial tradicional, que nos ha dado de comer durante siete siglos, se está yendo a garete, las grandes formaciones políticas no tienen respuestas. Un vistazo a sus propuestas electorales en materia de desarrollo económico, nos sitúa ante un trabajo de aliño, en el que se hacen cuatro referencias tópicas a la I+D , a la necesidad de diversificación productiva o la posibilidad de ponerle dos velas a un más que improbable milagro turístico. Un vistazo a los programas de los diferentes partidos, nos sitúa ante la preocupante evidencia de que no hay nadie que tenga claro cómo salir del bucle.