Si quieres que los alcoyanos te voten, promételes un puente. Los habitantes de esta ciudad encajonada entre barrancos tenemos una fijación casi patológica con estas obras de ingeniería. Desde hace siglos, para nosotros, la palabra puente es sinónimo de progreso, ya que simboliza el poder del hombre para imponerse sobre la orografía, que en el caso concreto de Alcoy es un auténtico castigo de Dios. A golpes de viaducto y de pasarela, esta comunidad, que empezó sus días acurrucada entre murallas, ha ido creciendo y abriéndose a nuevos horizontes.

La peculiar relación de los alcoyanos con este tipo de obra pública ha hecho que los puentes se hayan convertido en una presencia imprescindible en todas nuestras campañas electorales y ésta, no ha sido ninguna excepción.

El programa del PP recupera el viejo proyecto para unir Batoy y el polígono industrial Santiago Payá con una pasarela. De propina, nos obsequia con la propuesta de un paso peatonal para el Viaducto (aquí, en Alcoy, hasta los barrios tienen nombre de puente). Además, en el último día de la precampaña, el alcalde presidió el acto de inicio de obra de otro puente entre los barrios de Batoy y Santa Rosa. Aunque los trabajos se interrumpieron en el mismo momento en que se marcharon los fotógrafos, lo que cuenta es la intención. La estrategia político/puentera se completa con otro hito importante: hace un par de semanas el Consell adjudicaba las obras de construcción del puente entre los barrios del Viaducto y la Zona Norte, un viejo proyecto que viene saltando de campaña en campaña desde hace 16 años.

Cuatro promesas de puente para unas únicas elecciones. El PP acaba de batir un récord. Hay que señalar que la especial pasión que sienten los alcoyanos por los puentes ha acabado por contagiarse a su clase política. No hay dirigente que se resista a la tentación de pasar a la posteridad uniendo su nombre a una de estas magníficas construcciones. En los ambientes ilustrados de la ciudad todavía se idolatra la figura del diputado liberal José Canalejas, que nos legó el impresionante Viaducto, antes de que un anarquista lo descerrajara de un tiro, mientras miraba un escaparate en la Puerta del Sol de Madrid; corría el año 1912. Más cerca en el tiempo, hay que recordar que Sanus cimentó buena parte de su prestigio como gestor en la construcción del puente Fernando Reig, un pequeño Golden Gate, diseñado por el arquitecto José Antonio Fernández Ordóñez.

El alcalde Sedano no quiere ser menos y nos lanza una batería de proyectos, con la secreta intención de que alguno de ellos acabe por convertirse en una realidad.