El caso de la serpiente pitón aparecida en el inodoro de un piso en Alicante ha puesto de relieve los problemas que puede acarrear el tener un animal exótico como mascota. Algunas de estas especies pueden adquirirse de una forma totalmente legal -como las propias serpientes pitón-, pero en muchas ocasiones sus propietarios se saltan todas las normas establecidas. El tráfico ilegal de ejemplares supone un peligro tanto para los propios animales, que pueden perecer por unas malas condiciones de transporte, como para las especies autóctonas de sus nuevos hábitats, dado que alteran los ecosistemas.

El Museo de la Biodiversidad de Ibi, gestionado de forma conjunta por el Ayuntamiento y la Universidad de Alicante, expone en una de sus salas ejemplares disecados de animales que fueron introducidos de forma ilegal en España, o bien artículos fabricados con pieles o marfiles, y que también entraron en el país sin pasar por los controles establecidos. Ningún animal ha sido sacrificado para la muestra, sino que la colección procede de incautaciones practicadas por las autoridades portuarias o el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil.

La responsable del museo, Míriam Vila, explica que de esta forma se pretende "concienciar sobre el comercio ilegal y las consecuencias que tiene". En la sala se ofrece una explicación sobre el Convenio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (CITES), que España suscribió en 1986. Este acuerdo, señala Vila, controla que el tráfico de especies "sea legal y siguiendo los trámites", en cuanto a procedimientos administrativos, controles sanitarios y condiciones de salubridad en el transporte del animal o vegetal.

Los reptiles y las aves exóticas son las especies más comunes en este tipo de comercio ilegal, aunque también hay mamíferos, peces y corales, entre otras muchas. Según la responsable del museo, se calcula que "un 30 por ciento del tráfico clandestino de animales pasa por España", ya que no sólo hay que tener en cuenta los ejemplares que tienen como destino el país, sino los que utilizan algún puerto español como vía de entrada a Europa desde África o América. Vila añade que la mortandad en los animales transportados de forma ilegal puede alcanzar el 90 por ciento, dadas las pésimas condiciones en que suele hacerse. En este sentido, comenta que hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones se contagian de enfermedades.

Los animales que llegan vivos a su destino sufren también a menudo la irresponsabilidad de sus dueños, que "una vez están cansados de ellos, los abandonan", ignorando que de esa forma "están alterando el ecosistema". Las especies invasoras muchas veces actúan como depredadoras de las autóctonas, o acaban extendiéndose hasta la superpoblación.

Los artículos fabricados a partir de animales son otro problema. En Ibi se exponen bolsos y manteles de piel, u objetos de decoración de marfil, entre otros. Desde el museo insisten en la obligación de evitar adquirir ese tipo de productos, dado que así "se contribuye a mantener la biodiversidad". Las distintas vitrinas que muestran estos objetos tratan de incidir en la problemática y persiguen fomentar la sensibilidad hacia esta cuestión.