Se encargaban de preparar la «pella» (el trozo de barro) que el alfarero transformaría en el torno. También realizaban otras tareas como sacar las piezas al sol para su secado, colocar los «pitos» y las «bocas» de los botijos o meter y sacar de los hornos para su cocción, entre otros. La labor de estas mujeres era fundamental, ya que sin ellas el sector no habría podido aumentar su producción. Se trata de las peonas, cuyo desaparecido oficio ha sido el pasado fin de semana reconocido en Agost. Un trabajo muy duro al que hasta ahora no se le había hecho justicia y estaba al borde del olvido.

Por ello, Agost ha querido reconocer esta contribución tan importante para la villa alfarera dándole el nombre de «Plaça de les Peones» a la zona de acceso al Museo de Alfarería, que está presidida por una enorme escultura de cinco metros de altura que representa a una mujer con un cántaro en la cabeza.

Fue un sencillo y a la vez emocionado acto al que acudieron cerca de 200 personas, entre las que había muchas mujeres que ejercieron el oficio de peona. La mayor fue Concha Rizo Boix, que está a punto de cumplir 99 años de edad.

Cada alfarero tenía su propia peona y ellas fueron decisivas para hacer grande esta industria. «Si no hubiera sido por la incorporación de la mujer a este oficio, no hubiera sido posible pasar de pequeñas producciones artesanales a una fabricación de mayor tirada para abastecer los numerosos mercados que demandaban estas piezas para el uso cotidiano en los hogares», indicó Jesús Peidró, director del Museo de Alfarería.

Con esta inauguración, el Ayuntamiento ha querido rendir homenaje a la decisiva contribución de las mujeres a esta industria, que fue el motor económico del pueblo desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX. «Se ha hecho justicia con un oficio ya desaparecido y que hasta ahora apenas había tenido un reconocimiento social», indicó el alcalde, Juanjo Castelló (PP), en el transcurso del acto. También se inauguró una placa conmemorativa del monumento que preside la plaza, obra de los artistas Roque Martínez y Carmen de la Fuente, sobre una idea original de tres escolares que en 2012 participaron en un concurso con motivo del Día de los Museos, encargado al prestigioso artista Arcadi Blasco.

La escultura tiene unos cinco metros de altura, un peso de 1,5 toneladas y ha tenido que realizarse a trozos para que pudiera ser torneada y cocida cada una de las partes.

Trabajo muy duro y sacrificado

Un trabajo «muy duro y sacrificado», como indicó el ceramista local Emili Boix, quien abogó por hacer un estudio antropológico de esta profesión tantas veces olvidada pero tan necesaria para una de las principales señas de identidad de la población. La inauguración de esta plaza forma parte también de los actos organizados con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer y tendrá continuidad el próximo sábado en la Casa de Cultura donde se reunirán a las cerca de medio centenar de peonas vivas, cuya labor se volverá a homenajear.