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Aspirantes a científicos

La directora del Centro de Investigación Oncológica, María Blasco, acude a una clase de niños de 7 años en San Vicente y les anima a seguir sus pasos

La investigadora y directora del CNIO, María Blasco, ayer con los niños de 2º de l'Horta. Álex domínguez

El mundo tienen 46 nuevos aspirantes a científicos. Con apenas 7 años han recibido una gran inspiración, la de la científica María Blasco que ayer les visitó en su clase de segundo de primaria del colegio L'Horta de San Vicente del Raspeig. La directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) les animó a ser curiosos y perseverantes. Les confesó que le encanta hacer ciencia y que no se cansa de investigar. María Blasco les animó a ser científicos porque en sus manos está la posibilidad de descubrir la cura de muchas enfermedades.

«¿Es difícil?», preguntaba uno de los escolares. «La ciencia no es difícil, hay que estudiar», respondía la bióloga molecular, quien les animó a no creer que hay cosas imposibles. Y a pensar que «nunca se es demasiado pequeño para descubrir algo importante».

Los pequeños han pasado el curso estudiando a hombres y mujeres de ciencia, han hecho experimentos y se manejan hablando de células, cromosomas e incluso de los telómeros que estudia María Blasco, nacida en la partida alicantina de Verdegás. La científica respondió a la llamada de la profesora Loli Sevila, quien en octubre la invitaba a la clase de los «exploradores», un proyecto que trabaja la ciencia desde edades tempranas. Y ayer se materializó el encuentro, el mismo día del festival de Navidad en el que a la visita de los Reyes Magos se sumó «la reina científica», definía Sevila. «Es una experiencia inolvidable poner al alcance de niños de 7 años el referente de lo que esperamos que sean ellos en el futuro. Es el regalo de la Navidad», confesaba.

«De pequeña no sabía lo que quería ser, pero sí lo que no quería ser», contaba María Blasco. «Me gustaba saber cómo funcionan las cosas y descubrir». «¿Quién quiere ser científico?», preguntaba ella a renglón seguido y 46 manos infantiles se alzaban. Y de nuevo la curiosidad: «¿Qué es para ti la ciencia?». «Preguntarse el porqué de las cosas», contaba la investigadora, sorprendida cuando un pequeño le preguntó sobre la telomerasa. «¿Son chulos los cromosomas?», preguntaba sin tregua otro niño, «a mi me parecen chulísimos», contestaba la científica, «es la clave de la vida y lo que vamos a ser. El cromosoma es como el disco duro del ordenador y el telómero es la pila», explicaba gráficamente la científica que confesó su admiración infantil por Marie Curie y su gratitud a Margarita Salas. Nombres que también eran familiares a los pequeños exploradores de l'Horta.

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