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San Vicente vuelve a presupuestar en 2020 las grandes inversiones de 2019

Este año no han arrancado las obras previstas del Pabellón, el Centro del Agua, el auditorio, la compra de más viviendas sociales o el skatepark

Las obras de reforma de Laborinquen se acaban de adjudicar. información

El año 2020 le va a traer a San Vicente del Raspeig el inicio de importantes obras. Arrancarán las del pabellón polideportivo junto a la Facultad de Educación; la primera fase del Centro del Agua; la compra de nuevas viviendas sociales de alquiler asequible; la mejora del Auditorio del Centro Social; y el skatepark del parque Presidente Adolfo Suárez entre otras.

Sin embargo, llega con pocas novedades porque las inversiones más importantes que va a llevar a cabo el municipio durante el próximo año son las mismas que presentó en 2019. De hecho, al no realizarse se pierden.

Al menos seis de los proyectos de mayor importancia para el municipio no han podido arrancar en el año que está punto de acabarse. Alguno como las obras de remodelación de los barrios Laborinquen y Soca se adjudicaron el jueves y la remodelación del conservatorio acaba de empezar.

El jueves el equipo de gobierno presentaba el presupuesto para el 2020. Unas cuentas en las que el consistorio llega lastrado en las inversiones por el techo de gasto, puesto que al no haber cumplido con las previsiones durante este año, no puede aumentar la inversión en el próximo ejercicio.

El alcalde, Jesús Villar, destaca el superávit con el que llegan los presupuestos al pleno del 23 de diciembre en el que confían en poder aprobarlos. El también concejal de Urbanismo reconoce que el dinero que no se ha podido emplear en inversiones ya no puede destinarse al ejercicio próximo y tendrá que emplearse en Inversiones Financieramente Sostenibles (IFS).

Son en torno a dos millones de euros las inversiones previstas no ejecutadas según el cálculo que ha realizado el grupo municipal Ciudadanos, en la oposición, que ha fiscalizado estas inversiones.

El pasado año se previeron 520.000 euros para las obras del pabellón que no han empezado; este año el montante es de 1.810.000 euros. El edil de Deportes, José Luis Lorenzo, explica que es el total que los técnicos han considerado que se va a ejecutar para los primeros pasos de la actuación, que da por hecho que se inicia este ejercicio. Para el Auditorio se previeron 125.000 euros, este año la reforma vuelve a presupuestarse por 224.466 euros; para la primera fase del Centro del Agua, que supondrá unir las dos piscinas municipales mediante un edificio, se consignaron 321.000 euros, pero las obras finalmente se inician el próximo enero y se ha dotado la inversión con 521.000 euros. De los 170.000 euros consignados para seguir comprando viviendas sociales, medida que impulsó Podemos, no se ha gastado ni un euro y se planifican 150.000 euros este ejercicio.

«Los tiempos son difíciles de controlar», declara Villar. «Lo importante es que las obras van a empezar. Nos gustaría ir más deprisa», reconoce.

Indignación de Cs

En la oposición, el grupo municipal de Ciudadanos es especialmente crítico. La edil Mariela Torregrosa achaca que no se hayan ejecutado casi dos millones de euros a «la mala gestión del equipo de gobierno que no ha sido capaz de cumplir con la mayoría de los compromisos que adquirió con los vecinos hace un año, retrasando a 2020 los principales proyectos que anunció entonces». La concejala de Cs señala que esta situación «provoca que las obras se eternicen, que no se pueda generar empleo y, además, reduce la capacidad del Ayuntamiento para asumir nuevos gastos y mejorar así los servicios que se presta a los ciudadanos».

Torregrosa añade que la realidad para San Vicente es que la mayoría de los proyectos incluidos en el presupuesto del próximo año deberían estar a día de hoy en obras».

Por su parte, el grupo municipal popular explica que, a falta de estudiar bien las cuentas para 2020 a las que acaban de tener acceso, echan en falta la previsión de otras inversiones como un recinto ferial, el auditorio para el colectivo festero, social y cultural del municipio y el hecho de que, un ayuntamiento que finaliza el año con superávit, no prevea una bajada de impuestos como el IBI.

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