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Chari Cruz: «Para el que disparó a mi hijo le deseo que no pueda dormir sin pensar lo cobarde que ha sido»

Chari Cruz, en una fotografía familiar con su hijo Alejandro.

Gaditana de nacimiento pero afincada en Mallorca desde joven, Chari Cruz convive desde hace meses con el dolor que supone la pérdida de su único hijo y con la rabia y repugnancia por la versión oficial manipulada del accidente en el que el mallorquín Alejandro Jiménez Cruz, de 21 años, perdió la vida. Murió el pasado 25 de marzo a causa de un disparo en una maniobras con fuego real de la Legión en Agost, pero no fue por un tiro de rebote que le entró por la axila, como le aseguraron. La investigación de la Guardia Civil ha revelado, entre otras irregularidades, que el proyectil le entró por el pecho y partió del fusil de un sargento, que figura investigado por un juzgado junto a otros siete militares. Fue un accidente, pero se dio una versión diferente a la realidad. Sólo uno de los legionarios se negó a mentir sobre lo sucedido y se tuvo que pedir la baja psicológica porque le hacían la vida imposible.

La pérdida de un hijo es irreparable, pero estará aún más dolorida por cómo han intentado tapar lo ocurrido...

Es doloroso, repugnante, te sientes ridícula, engañada. El sargento tiene mucho delito porque sabiendo que había sido él, en el acto fúnebre de mi hijo tuvo las santas narices de llevar el chapiri ( gorra de la Legión) de mi hijo y ponerse detrás del féretro mientras le ponían la bandera. En ese momento no sabíamos que había sido él, pero cuando nos enteramos me quedé alucinada no, lo siguiente.

¿Qué pensaría Alejandro si supiera que sólo uno de sus compañeros de pelotón se atrevió a no mentir para dar una versión ajena a la realidad y que el resto le dio la espalda?

Yo estoy segura de que Alejandro habría hecho lo mismo que ese compañero. A pesar de las consecuencias, él habría dicho la verdad. Y de los otros diría: «no me lo puedo creer, vaya mierda de legionarios que estáis hechos. Sois unos mierdas». Yo sé que lo diría así, porque Alejandro era muy bueno, pero tenía una boca... No soportaba las injusticias con las personas mayores, niños..., era superior a él y le ponía enfermo. Por eso sé que les diría «vaya mierda de tíos, vosotros no sois lejías ni sois nada».

¿Qué castigo quiere por lo ocurrido?

Empiezo por la tropa. Para los soldados compañeros de Alejandro, que no puedan llegar más allá de lo que ha conseguido él; me gustaría que ya no estuvieran más en la Legión, porque me demuestran que no son hombres, que no tienen un par de lo que hay que tener para representar a nuestro país. Para el teniente y el capitán, desde luego que sean expulsados con deshonores del Ejército, lo tengo clarísimo. Con el capitán me duele más, porque hemos hablado mucho y siempre me ha engañado.

¿Y para el sargento considerado autor del disparo que mató a Alejandro?

Sólo deseo que no pueda dormir, media noche, cada día de su vida sin pensar en lo que hizo y lo cobarde que ha sido. Y por supuesto cárcel; yo no me voy a conformar con menos. Esta persona está en la calle, sigue trabajando y cobrando el sueldo. Mi hijo lleva siete meses incinerado y metido detrás de una lápida. Ese daño moral a mi nadie me lo va a pagar, y no se lo digo materialmente, sino en el sentido psicológico, anímico. Que yo he tenido que dejar de trabajar cuatro meses antes de terminar un contrato porque no puedo más y eso me repercute a mi en mi vida cotidiana. Es que no puedo con mi vida, la ansiedad me mata y no duermo por las noches. Si me despierto cada día es por hacerle justicia a Alejandro. No se merecía esto.

¿Cómo llegó Alejandro a la Legión? ¿Desde pequeño quería ser militar?

Sí. Sus primeras palabras casi fueron para decir que él sería militar, siempre le gustó mucho. Se quedaba embobadito mirando todas las cosas. Sabía de historia mucho, era un cerebrito. Al principio afirmaba que iba a ser piloto del Ejército como su padre, pero yo le decía «no cariño, tú tienes que ser piloto civil que ganas mucha pasta». Siempre tuvo muy claro que quería jugar al rugby y ser militar, desde muy chico. Veía desfilar a la Legión el día de las Fuerzas Armadas y me decía «yo quiero ser como esos». Quería ser de un grupo de élite, ayudar a la gente y yo siempre le animé.

Y lo consiguió.

Yo le decía que iba a conseguirlo porque era superinteligente, tenía mucha voluntad y era cabezota. Le podía salir mejor o peor, pero al final siempre conseguía lo que se proponía. Antes de ser adulto ya me dijo que se lo había pensado muy bien y que quería ir a la Legión.

¿Cuándo entró en la Legión?

Entró en el Centro de Formación de Cáceres del Ejército y puso que quería la Legión. Juró bandera en julio de 2018, un acto que para él fue lo más feliz del mundo, y en octubre lo mandaron para Almería. Tuvo un mes muy intenso de prácticas, pasó todas las pruebas, y consiguió su chapiri de legionario.

¿Estaba a gusto allí?

Le gustaba mucho y me decía «mamá, esto es lo mío, estoy donde quiero». Nunca abandonó, a pesar de ser muy duro, y desde noviembre de 2018 era caballero legionario. Estábamos muy unidos y él tenía muchos planes, pero no se los han dejado cumplir.

En el Rugby Club Ponent Mallorca, donde jugó y entrenó, le recuerdan como un compañero entrañable, comprometido y noble.

Han llorado mucho por Alejandro y le han hecho muchos homenajes. Cada vez que me ven a mi es una pasada. Fue entrenador dos temporadas de los niños de entre 8 y 10 años; ellos han llorado muchísimo porque él tenía 18 años y era un niño más. Era tan grande -medía casi 1,95- que todos le tenían admiración y respeto. Los hizo el primer año campeones de España y subcampeones al siguiente.

¿Qué le pediría a esas personas que han demostrado unos valores tan diferentes a los de Alejandro?

Me siento tan tonta, porque ellos, sobre todo el capitán y el teniente, vinieron a darme un abrazo y a hablarme de Alejandro una de las veces que fui a Málaga a visitar los restos de mi hijo. En todo momento, sabiendo desde un principio todo lo que han hecho, nos han mentido tanto y me han estado dando palmaditas que me siento tonta. Se estaban como riendo de mí y yo lo que les diría es que ya quisieran, a pesar de los años que lleven en la Legión, ser la mitad de legionario que ha demostrado ser mi hijo. Y que ese honor y esa lealtad que dice que se tiene entre legionarios desde luego ellos no lo han demostrado. Si hay justicia de verdad, ellos no van a pertenecer nunca más al Ejército y eso es lo que verdaderamente quiero. Quiero mirarles a la cara y decirles: vosotros no sois hombres de honor,no sois valientes, no os merecéis llamaros hombres; Alejandro sí, y con 21 años y medio lo ha demostrado. Tengo cartas de amigos diciéndome lo bueno que era, lo inteligente que era y cómo se esforzaba en todo.

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