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La provincia por barrios

Un centro tradicional que defiende su pasado

La ermita de San Vicente Ferrer, hoy iglesia, fue el punto de partida de un municipio que mantiene en el centro tradicional la esencia de un pueblo en constante crecimiento

Un centro tradicional que defiende su pasado

Los orígenes de San Vicente del Raspeig tienen su epicentro en la ermita construida en un tossal y dedicada a San Vicente Ferrer en 1560. Las primeras casas se ubicaron a las puertas de la iglesia y en dirección a Alicante y a la calle se la llamó carrer Major, nombre que siempre ha conservado. Allí llegó a celebrarse un mercado dominical. De la trasera de la iglesia nació la calle conocida como Calvari o carrer Gatxes. Desde la denominada «porta falsa» se abría el carrer la Venta, hoy Domínguez Margarit. El carrer Madrid, hoy General Prim, era el camino de los carreteros hacia la capital. Mientras que en el lateral de lo que fue la casa del cura se construye el carrer Sant Antoni, hoy Salamanca.

Sus orígenes se remontan a mediados del siglo XVIII. Habría que esperar hasta 1948 para la apertura de la avenida de la Libertad, punto neurálgico, junto a la plaza de España, del barrio que es hoy.

Es el centro tradicional el que guarda y trata de conservar con medidas urbanísticas su esencia de pueblo. En algunas de sus calles se mantiene la costumbre de sacar las sillas a la calle en verano para tomar el fresco; y la plaza de España y la avenida de la Libertad son los puntos de paseo obligado para los sanvicenteros. A la vez, son los lugares donde tienen lugar los principales acontecimientos festivos como el desfile de la Ofrenda de Flores en las fiestas patronales, la entrada de Jaume I en octubre; y la cremà de la Hoguera Oficial en julio.

Es una zona comercial por excelencia y el centro de las gestiones administrativas de los vecinos porque en este barrio se encuentra el Ayuntamiento y la oficina de Suma. En la plaza consistorial está el singular Jardín Vertical, el Auditorio del Centro Social donde se celebran eventos culturales y las presentaciones de los Moros y Cristianos, y el Conservatorio. Y es otra zona de paso obligada para los sanvicenteros.

En el centro tradicional está el Mercado de Abastos ubicado en la avenida de la Libertad donde la hostelería llena de vida un vial siempre concurrido y bullicioso. En este barrio se asienta el colegio, concertado Santa Faz. El parking junto al mercado palía uno de los problemas en el que enfatizan los comerciantes, los problemas de aparcamiento para quienes quieren comprar en sus tiendas.

El centro tradicional concentra los comercios con más solera, alguno suma los cien años como la zapatería Tono de la calle Mayor, donde también está la premiada Heladería Masiá y donde también se concentra la hostelería, como cuenta la dueña de la tienda centenaria, María Antonia Rovira, quien reclama un esfuerzo mayor para evitar las acumulaciones de basura junto a los contenedores y ofrecer una mala imagen de esta zona. El centro tradicional es punto por excelencia de encuentro vecinal. La mayoría de residentes de este barrio son sanvicenteros que mantienen en sus casas la esencia de la construcción tradicional de planta baja y un piso.

Las licencias de obra para hacer reformas son cada vez más habituales, tanto como las de las aperturas de comercios, según reconoce el alcalde y concejal de Urbanismo, Jesús Villar. Muchos vecinos reforman la casa para mantener la esencia de las viviendas, de una planta en altura como máximo. Muy pocas son las que cumplen o superan los 100 años. La más antigua está detrás de la iglesia, lo destaca la asociación cultural Cercle d'Estudis Sequet però Sanet que desgrana en «El origen urbanístico de San Vicente», las primeras calles y sus nombres. Las iniciativas municipales tienden a proteger la esencia de este barrio. Hasta diciembre de 2018 se produjo una suspensión temporal de concesión de licencias de obra en el radio de acción de la plaza de España, la calle Mayor hasta la altura de la Plaza del Pilar y Manuel Domínguez Margarit y el Mercado.

Preservar

La intención del Ayuntamiento es que no se puedan alterar los elementos arquitectónicos existentes ni hacer añadidos que no estén acordes con las características propias de la zona. «Queremos preservar esa fisionomía», cuenta Villar, quien elogia que «la mayoría de los residentes invierten mucho. Es de agradecer que se mantenga esa estructura de municipio».

El primer edil advierte que la intención municipal es continuar con la peatonalización y el menor uso del coche en esta zona. Y anuncia que se estudia hacer peatonal Pintor Picasso, una de las calles más comerciales y semipeatonal doctor Trueta. Esto acabará con las molestias a vecinos y comerciantes en Pintor Picasso que se quejan de que los coches superan los 30 kilómetros permitidos.

Singularidades del barrio

Singularidades del barrioComercio tradicional y centenario

-El comercio tradicional copa el centro tradicional. Allí se encuentran tiendas centenarias como la de María Antonia Rovira, de Calzados Tono, Casa Salvador, que también ha cumplido los cien años, medio siglo tiene la Droguería Valiente. También peinan canas otras como la Ferretería Ceballos, la Perfumería Lady o la Heladería Masiá.

Adorno de calles

-Se mantiene esta antigua costumbre, aunque ahora con menos participación. María Antonia Rovira recuerda los días en los que vecinos y comerciantes colaboraban para engalanar las calles, sacando macetas. Confía en el nuevo impulso de la concejalía con nuevas iniciativas para dar visibilidad al comercio local.

Exceso de velocidad

-La zona ha sufrido una profunda transformación urbana que ha supuesto la mejora de infraestructuras, creación de aparcamientos subterráneos, el nuevo ayuntamiento y la peatonalización y creación de zona 30 de muchas de sus calles. En algunos casos, esto ha provocado quejas porque a pesar de la restricción, suele haber exceso de velocidad en calles de elevado tránsito peatonal, como Pintor Picasso.

Arquitectura protegida

-Entre las singularidades del centro tradicional destacan sus casas, muchas de planta baja y una planta. Los tejados y las voladuras de madera se mantienen en algunas de ellas. Para evitar alteración en los pocos edificios que aún se conservan, el Ayuntamiento tiene especial cuidado en no permitir licencias de obra que puedan alterar elementos tradicionales, sobre todo junto a la iglesia y las calles adyacentes.

Aberraciones arquitectónicas

-Quedan pocos edificios centenarios y los que hay se concentran en el centro tradicional. Se le suma la destrucción del patrimonio donde la asociación cultural Cercle pone el acento. Son la Casa Abadía popularmente conocida como «casa del cura», derruida en la Guerra Civil y cuyo espacio ocupa hoy parte del lateral de la iglesia. Otra es la eliminación en los noventa de la balaustrada construida en 1948 «borrando la imagen histórica» del municipio; y más recientemente, el antiguo ayuntamiento «que perdió un 40% de volumetría», alertan.

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