La Carrasqueta vuelve a ser escenario del ritual de apareamiento del ciervo. La berrea ha convertido este enclave de Xixona en un aula de la naturaleza para por ejemplo alumnos de un instituto de Callosa d'en Sarrià que asisten antes del amanecer a este espectáculo, que sobrevive pese a la amenaza de los cazadores furtivos. El mes de septiembre ofrece a desde hace años la oportunidad de asistir y observar la berrea del ciervo, un ritual de apareamiento que año tras año nos regala la naturaleza y que, aunque muchas personas de la provincia desconocen, se puede presenciar en esta montaña de Xixona.
Desde el alto de Benifallim hasta Vivens, en el corazón de La Carrasqueta, se pueden escuchar durante estos días los sonidos guturales que los machos emiten y que dan nombre al ciclo reproductor de esta especie, con los que se retan, entrando en disputas mediante las que dirimen cuál de ellos dominará el territorio y a las ciervas que allí habitan, asegurando de este modo su descendencia.
Es por ello que un grupo de alumnos y profesores de los ciclos formativos de grado medio y superior del IES Rodolfo Llopis de Callosa d'en Sarrià, donde se imparten materias relacionadas con el aprovechamiento, conservación y gestión del medio natural, no falta a una cita a la vienen acudiendo desde hace ocho años.
De hecho, esta visita ya se ha convertido en un clásico entre los propios alumnos y son ellos mismos los que desde los primeros de días de clase del curso, animan a organizarse y movilizarse para acercarse hasta La Carrasqueta, «y esto es, sin ninguna duda,una señal positiva de que estamos consiguiendo uno de los objetivos principales que nos planteamos con la realización de esta actividad, que es la puesta en valor y difusión de este acontecimiento único, no sólo entre nuestro alumnado sino también al resto de la sociedad a través de ellos», explican desde el centro educativo.
Durante esta época, la actividad de los machos del ciervo, protagonistas de la berrea, se concentra durante la noche, por lo que la preparación de este desplazamiento requiere de un esfuerzo a nivel organizativo por parte de alumnos y profesores, que antes del amanecer ya deben estar observando los terrenos por los que estos ungulados se van desplazando. Y en esta iniciativa cuentan con la colaboración y compañía de agentes medioambientales de la demarcación de l'Alacantí y colaboradores de la Asociación para la Defensa de Herbívoros contra los Incendios Forestales (Adhif), quienes comparten sus conocimientos sobre esta especie con todos los integrantes del grupo.
Permisividad
Un espectáculo que los ecologistas advierten está seriamente amenazado por los furtivos y por la permisividad en la concesión de permisos de caza. Desde Adhif lamentan que «no tardarán en conceder los primeros permisos a recechos y las primeras batidas, un nuevo paso para acabar a los escasos ciervos que nos quedan, privándonos a la inmensa mayoría de ciudadanos de disfrutar de este espectáculo que nos brinda la naturaleza a todos los que amamos y respetamos la fauna».
Cámaras de vigilancia
Por ello desde Adhif «invitamos a todos los alicantinos que suban a las sierras del norte de la provincia y disfruten de la berrea. Su presencia en el monte, ahuyenta a los furtivos. El ciervo en celo no está en alerta y por eso todos los años encontramos animales decapitados». Para combatir a los furtivos, propietarios de fincas de La Carrasqueta han instalado en los últimos años cámaras de vigilancia ocultas para tratar de «cazar» a los furtivos, que cada vez usan medios más sofisticados, como miras nocturnas con infrarrojos o silenciadores en los rifles.
Los ecologistas piden comederos para evitar daños por los arruís
Los ecologistas Desde la Asociación para la Defensa de Herbívoros contra los Incendios Forestales defienden la supervivencia del arruí, que también está presente en La Carrasqueta. Y piden comederos para esta especie para evitar que tenga que bajar a los cultivos y causar daños, aunque consideran que los perjuicios para los agricultores no son tal elevados como estos denuncian.
Este colectivo recuerda que los arruís «en los cotos no tienen bebederos ni comederos en el monte para evitar que se vean obligados a bajar a los cultivos en busca de alimento y agua. Los pocos que hay son usados sistemáticamente como puestos de esperas». Y agregan que «a nuestro entender, los agricultores exageran y mucho, aunque llevan razón en que tienen daños por el arruí, estos no son tal elevados», lamentando que la Conselleria concede permisos de caza de forma indiscriminada.
