Mutxamel experimentó dos escenarios muy distintos durante el tercer día de celebraciones de Moros y Cristianos. Por la mañana, un aguacero privó a los festeros de la celebración del desfile diurno y de la Embajada de los Contrabandistas. La localidad se llenó de comparsistas protegidos con chubasqueros y paraguas, que aunque no pudieron disfrutar de su programa de Fiestas, no faltaron al dicho popular de: al mal tiempo, buena cara. Los componentes se refugiaron en comercios y bares, además de en sus propias Barracas. La fiesta seguía bajo techo, con los festeros cruzando los dedos para que las nubes se disiparan y los chubascos cesaran horas más tarde.

La principal preocupación de la Comisión de Moros y Cristianos de Mutxamel, así como del resto de autoridades, era que las fuertes lluvias se prolongarán hasta la tarde y que provocaran también la cancelación de la Guerrilla y de la Embajada Mora. Esta situación hubiera generado pérdidas de miles de euros por el desuso de la pólvora, dado que está previsto para mañana otro reparto de la misma, y los arcabuceros están obligados a devolver el explosivo que se queda sin usar.

Finalmente, las precipitaciones dieron una tregua, y los festejos salieron adelante, excepto la Retreta, dado que la hora prevista para su celebración era pasada la medianoche, cuando se esperaba la «peor parte» del episodio de gota fría. Los Alardos transcurrieron «sin ningún tipo de problemas». En una tarde muy poco apacible, con el viento como principal protagonista, la pólvora volvió a figurar com máxima exponente de las Fiestas de Moros y Cristianos. Ambos bandos consiguieron disparar «sin incidencias reseñables» los casi 300 primeros kilos que llegaron al municipio el martes al mediodía.

Todas las Comparsas se dieron cita en la Avenida Carlos Soler para afinar los arcabuces, que luego también cobrarían protagonismo en la Embajada Mora. Cerca de un medio centenar de tiradores comenzaron a tronar en por la calle principal de Mutxamel, llenando el municipio de estruendos de un extremo a otro, desde las cinco y media de la tarde. Tras el evento, el embajador moro, el centinela, el estafeta y el capitán del castillo entablaron un histórico diálogo que anunciaba el preludio de la conquista de las tierras locales por parte de las huestes mahometanas.

La victoria del bando de la media luna no tardó en llegar a todos los vecinos de la localidad, elevando a las cinco comparsas moras a lo más alto en el trono festero. Hoy será el turno para la venganza del bando de la cruz.