Casi 8.000 metros cuadrados para crear el que será el primer proyecto de «cohousing» en la provincia de Alicante, a través del cual un grupo de personas mayores de 50 años con intereses y aficiones comunes se unirán para vivir y envejecer en comunidad y compartir determinados servicios.
Una cooperativa acaba de adquirir parte de la conocida Finca Capucho, en Sant Joan, con el objetivo de levantar 25 viviendas destinadas a personas mayores, que contarán con servicios comunes autogestionados por los propios cooperativistas. El acuerdo de compra de los terrenos se firmó el pasado 30 de agosto con los propietarios de la finca y el grupo espera que en 2022 el proyecto ya esté en funcionamiento. De momento la cooperativa ha arrancado con un grupo inicial de siete unidades familiares.
«Nos enteramos de que la finca estaba a la venta y decidimos presentar una oferta. A la familia le gustó mucho la iniciativa y aceptaron», señala Prudencio López, coordinador de la cooperativa Vida Sostenible Cohousing.
Los terrenos forman parte de Finca Capucho, que comenzó a edificarse en el siglo XVII y fue residencia hortelana de los señores Barones de Finestrat. A lo largo de las últimas décadas del siglo XX, la estructura de esta finca se fue modificando para albergar diferentes viviendas unifamiliares. Una de ellas perteneció a Nicolás Franco, hermano del dictador, según recuerda Alfredo Campello, de Alicante Vivo. De hecho, «cuando en 1974 Franco recibió la medalla de oro de la ciudad, se refirió a esta finca, recordando que la había visitado en varias ocasiones».
Los terrenos que ha adquirido la cooperativa pertenecerían a las antiguas caballerizas de la finca original, que con el paso de los años fueron también transformadas en vivienda. Actualmente, pertenece a la familia del reconocido arquitecto Juan Guardiola. De hecho, el proyecto de la cooperativa contempla también levantar un museo en el que se exponga el legado de Guardiola, quien levantó edificios como La Chicharra, La Pagoda, el Club del Mar o la Torre Vistamar.
Las 25 viviendas que está previsto que se levanten en estos terrenos serán de planta baja, para facilitar la movilidad de personas en situación de dependencia. Para ello, explica Prudencio López, «se intentará aprovechar en lo posible la estructura actual de las casas labriegas y de invitados que complementan la casa principal». En un principio, las viviendas tendrán entre 50 y 60 metros cuadradas, diseñadas para una o dos personas.
Servicios comunes
La comunidad tendrá servicios comunes, como lavandería y comedor, autogestionados por la cooperativa, que además decidirá sobre otros aspectos, como contar con personal sanitario al servicio de las familias. El proyecto, señala Prudencio López, «cuenta con la financiación de la banca ética y empleará energías renovables y materiales saludables para potenciar el ahorro energético y la calidad de vida de los residentes». La actual casa principal de la finca se respetará para albergar los servicios comunes. Según ha explicado Prudencio López, quienes accedan a una de estas viviendas colaborativas pagarán 590 euros mensuales. A lo largo de los tres años que se prevé durará la construcción, tendrán que abonar un total de 63.000 euros, que recuperarán en caso de que decidan vivir en otro sitio.
El grupo inicial ya ha comenzado a reunirse para crear a lo largo de estos tres años un marco de convivencia de la comunidad. Prudencio López señala que pondrán a disposición de la comunidad a los especialistas y profesionales que ayudarán a implementar herramientas efectivas de ahorro familiar, ecocuidados, sistemas de energías saludables o pautas de comunicación interrelacional.
El «cohousing» es un modelo que ya funciona en muchos países europeos y que comienza a dar sus primeros pasos en España, impulsado por la nueva generación de personas mayores, que huyen del clásico modelo de residencias geriátricas y buscan otras fórmulas para envejecer en comunidad de personas afines.
