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Los expertos advierten de que retirar las algas de las playas supone «un drama» para el ecosistema litoral

El Instituto de Ecología Litoral, en El Campello, insta a los ayuntamientos a que no eliminen los montones de plantas marinas de las costas debido al impacto negativo que puede llegar a provocar

La Playa de San Juan, en Alicante, ayer con varios tramos con algas en la orillas. ALEX DOMÍNGUEZ

Los montones de algas no se tocan. Ese es el mensaje que quieren trasladar los profesionales en ecología marina sobre las actuaciones que llevan a cabo los ayuntamientos de la provincia cada verano. Muchas administraciones locales, como es el caso de Alicante y El Campello, están retirando las plantas que se acumulan en sus playas y que según muchos vecinos, «provocan malos olores y la presencia de mosquitos». Pero los especialistas alertan de que su eliminación supone «un drama» para el ecosistema y explican que la aparición de esta clase de vegetación «forma parte de la naturaleza». Por su parte, desde el Ayuntamiento campellero afirman que «llevan desde julio sin retirar» y que el procedimiento se basa en la búsqueda de «un equilibro para la naturaleza y los turistas».

Tal y como sostienen desde el Instituto de Ecología Litoral, cuya sede está instalada en la localidad de El Campello, el traslado de los montones de algas puede generar un problema a las playas puesto que su «brusca eliminación» se lleva también una cantidad de arena «que luego no se repone», generando un impacto negativo a todo el trazado costero que requiere de la misma para conformar la playa. El director del organismo, Gabriel Soler, apunta que «la retirada masiva de estos montones causa que las playas no contengan arena suficiente en algunos puntos para su normal confección», y añade que algunas especies de animales son las que sufren «en primer lugar» estas actuaciones.

Por ello, instan a los ayuntamientos a que cesen en su política de retirar las acumulaciones de algas y «acostumbren a los usuarios y turistas a que la vegetación forma parte del ecosistema marino».

Soler especifica que si «los bañistas quieren playas caribeñas, busquen otros emplazamientos», y descarta que la eliminación de los montones «sea una buena solución para las costas». Señala que el impacto ecológico que se genera por su retirada «es peor que si se almacenan en las playas, porque las costas se desprotegen». Además, insiste el director, su presencia «no supone ningún riesgo para la salud de las personas».

Soler indica que el impacto de la retirada de esta clases de vegetación varía en función del ancho de la playa, por lo que las actuaciones en recintos cerrados y concentrados suponen «un mayor problema» para la naturaleza. «Si la costa en amplia, su regeneración puede ser más sencilla, pero las calas y las playas pequeñas suelen encontrarse con muchos inconvenientes para regresar a la normalidad, ya que ni la cantidad ni la clase de arena suele ser la misma».

Mientras, el Ayuntamiento de El Campello, a través de su concejal de playas, Julio Oca (Cs), reconoce que tienen prevista una retirada de las algas en varias playas del municipio y alega «un problema grave de accesibilidad y de malos olores» en las costas. Explica el edil que muchos usuarios han solicitado su retirada por suponer «un inconveniente para personas mayores que no pueden disfrutar de un baño».

Asimismo, el representante público afirma que, desde hace un mes, el Ayuntamiento no ha llevado actuaciones en la playas y que «pese a ser una recomendación de los expertos, no existe una prohibición al respecto». El concejal afirma que «se debe atender también a las necesidades de los bañistas en plena época estival, y más en un municipio tan turístico como El Campello».

Al respecto, Gabriel Soler sostiene que «hay que tener en cuenta el tipo de playa y la intensidad del uso turístico, pero siempre debe primar la conservación del ecosistema natural, que es el que proporciona los elementos que permiten el uso y disfrute de unas playas sanas»

En otro orden de cosas, Soler desmiente que los montones de algas «alimenten la presencia de mosquitos y otros insectos». Asegura que los mosquitos «no tienen capacidad para sobrevivir en agua salada y que las algas almacenadas apenas sustentan la aparición de insectos. Una de las principales denuncias de los usuarios y bañistas es que esta vegetación, cuando lleva días concentrada, provoca «malos olores». Soler explica que dicho aroma es debido «a la descomposición de la propia planta marina y de microorganismos que la forman», pero todo comprendido dentro del proceso «normal» de estas algas.

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