«Me temblaba todo, pero no quería que ellos notaran que estaba nerviosa. Llevaba el móvil en la mano y les habría grabado o hecho un audio, pero no era capaz del temblor que tenía». Ana (nombre ficticio) ha denunciado ante la Guardia Civil una situación de acoso sexual sufrido el pasado 26 de junio a las nueve y veinte de la noche en la calle Pi i Margall de San Vicente del Raspeig. Eran tres menores, aqunque ese dato lo ha sabido después, como también ha conocido que no es la única que ha sufrido un acoso similar de estos mismo chavales. La Policía Local de San Vicente del Raspeig los identificó cuando ella denunció lo que le había ocurrido.
«Han ido caminando detrás de mí mientras me decían: zorra, chúpamela, guarra, zorra, entre otras lindezas. La calle vacía y a mí me fallaron hasta los esfínteres. Iba sola. Cuando les noté a menos de un metro me paré en seco y dejé que pasasen por delante mientras me miraban con guasa», relata en sus redes sociales. Admite que pasó mucho miedo y durante el tiempo que duró el acoso se imaginó ya zafándose de ellos y da gracias a que al llegar a la avenida País Valencià había gente.
Según indica la propia víctima, el objetivo de compartir esta mala experiencia en las redes sociales es que los propios padres de los menores les reconozcan y puedan tomar medidas «para que esto no vuelva a pasar. Depende de ellos».
A raíz de publicar su experiencia en las redes sociales asegura que ha recibido numerosos mensajes privados de mujeres sanvicenteras, jóvenes y mayores, que le han contado haber sufrido una situación de intimidación de los chavales que han identificado en la imagen que ella ha compartido de los tres. Los chicos aparecen de espaldas en una imagen tomada segundos después de haberla intimidado.
Ana confiesa que ha denunciado porque la propia Policía Local la ha animado y quiere evitar que le pase a más personas y que estos chavales crezcan «haciendo cosas peores». Así que tras la identificación de la Policía Local de los tres jóvenes la chica los denunció ante la Guardia Civil que la ha tramitado como un delito de calumnias o injurias a falta de que el juzgado de menores determine el tipo de delito del que se trata. Y al ser contra menores le han dicho que el proceso puede ser más lento.
Asegura haber recibido muchos mensajes de apoyo, pero también ha llegado a plantearse si hizo bien haciendo público lo que le ocurrió porque también ha recibido críticas de gente que pone en duda lo sucedido. «Ahora son menores pero en unos años ¿qué les queda por hacer?», se pregunta.
Desde la Plataforma por la Igualdad Raspeig lamentan estos comportamientos y que sean más habituales de lo deseable. La presidenta, Raquel Rodríguez,explica que este es «un caso de acoso callejero, que es otro tipo de violencia machista que está normalizada, hasta el punto de que a veces se les llama piropos».
La indignación ante casos de esta índole es una constante de la Plataforma que afirma luchar continuamente por lograr una equiparación de los derechos de las mujeres.
Y reivindica «que podamos disfrutar del espacio público y movernos con libertad, porque las calles también son nuestras». A su juicio es vital educación en igualdad, en las aulas y en las casas.
