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San Vicente del Raspeig

Desalojan a los okupas que atemorizaban a un edificio de Santa Isabel

Un vecino relata seis años de destrozos en su casa y amenazas e insultosen las zonas comunes. Instalan una puerta antiokupas para sellar la vivienda

En muchas casas de Santa Isabel hay ventanas blindadas para evitar la temida okupación. INFORMACIÓN

El barrio de Santa Isabel en San Vicente del Raspeig tiene en la okupación un problema. Unos que afecta también al resto del municipio donde también hay viviendas con moradores ajenos. Pisos vacíos han sido asaltados «de patada». En muchos casos la convivencia es pacífica y no se altera la vida diaria; pero hay otros donde resulta insoportable, y aquellos que han usurpado la vivienda, alteran la vida cotidiana de los residentes.

Y es lo que ha ocurrido en uno de los edificios de la barriada de Santa Isabel, una de las más humildes del municipio y que concentra la mayor tasa de paro de San Vicente del Raspeig. Una familia ha mantenido en jaque a todo un edificio y hecho la vida insoportable al vecino que tenía justo abajo. Ese hombre hoy asegura que, para él, el infierno se ha terminado. Su vida comienza el día en el que los vecinos de arriba, que habían ocupado la vivienda, se van. Aunque realmente no lo han hecho por su voluntad. La orden judicial dictada se ha hecho efectiva y, finalmente, la familia que durante años ha tenido atemorizados a todos los residentes del bloque en el que vivían ha abandonado finalmente la finca.

A los destrozos en las zonas comunes, se unen insultos y amenazas con las que han amedrentado a todos los residentes. La familia se adueñó de la vivienda en 2013. Ahí empezó la pesadilla de Joaquín Sánchez, quien dice haber pasado los últimos seis años tratando de hacer justicia y ahora trata de recuperarse de las secuelas que le ha dejado. Su lucha contra los okupas ha estado plagada de sinsabores y reconoce haberse sentido solo, porque sus vecinos tenían miedo. Ha visto como su casa en la que había puesto todas sus ilusiones e invertido sus ahorros se inundaba y sufría continuos desperfectos por causa de los habitantes del piso superior, que no respetaban a nadie en el edificio.

Los espacios comunes también han sido pasto de los malos modos y comportamiento de estos habitantes. Y ahora Joaquín espera que el banco al que pertenece la vivienda se haga cargo de los desperfectos que tiene la escalera, la barandilla y las paredes de todo el edificio. Joaquín cuenta que los moradores utilizaron una última treta para evitar que la vivienda fuera desocupada. El desalojo tenía que haberse producido el pasado viernes 14 de junio. Pero ese día cuando la Policía Nacional y la jueza acudieron al lugar se encontraron con que había otra familia distinta en la casa. Los vecinos advirtieron que no eran ellos los residentes habituales. La juez dio de plazo hasta el lunes para hacer efectivo el desalojo.

Finalmente el lunes la Policía Nacional acudió hasta el bloque para hacer efectivo el desalojo. Y para evitar que nadie más ocupe la vivienda la sellaron y pusieron una puerta antiokupas. Además, los vecinos cambiaron la cerradura de la entrada principal del edificio.

Pesadilla

Aunque su pesadilla no se acabó al salir por la puerta la familia, puesto que aún tuvieron que llamar a la Policía Nacional porque los okupas volvieron y trataron de acceder de nuevo al edificio. «En cuanto se fue la policía apareció el jefe de familia que vivía aquí con otra gente. Nos amenazaron de muerte, que iban a venir a pegarnos una paliza. Empezaron a tocar los timbres para que los vecinos abrieran y como no lo hacían también amenazaron a los vecinos. Tuvimos que llamar a la Policía Nacional de nuevo y vinieron dos patrullas», cuenta Joaquín Sánchez, quien sufrió un ataque de ansiedad. El hombre acudió a poner una denuncia por las amenazas de muerte y otras en las que le decían que iban a quemar su vivienda. Ahora espera que se celebre el juicio y terminar con la pesadilla de los okupas que al menos ya están fuera del edificio.

«He estado seis años luchando y he sufrido mucho»

«No se puede permitir que se sufra lo que yo he sufrido seis años poniéndolo en conocimiento de jueces, ayuntamiento, bancos y que no se haya hecho nada hasta ahora», denuncia Joaquín Sánchez de su infierno personal. Considera que su victoria se debe a que ya desesperado, no le importó dar la cara para denunciar esta situación. «El infierno que he sufrido, las secuelas que tengo ahora y los daños en mi casa y toda la escalera se podrían haber evitado», lamenta.

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