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Un refugio en Sant Joan para las personas con discapacidad severa

La Fundación Lukas dispone de la primera vivienda tutelada, ubicada junto al hospital, para atender las necesidades y mejorar la calidad de vida de usuarios con diversidad funcional grave

Uno de los monitores acompaña a uno de los residentes en una habitación. HÉCTOR FUENTES

Dar un giro a la situación de las personas con diversidad funcional severa. Ese es el objetivo principal de la Fundación Lukas en Sant Joan d'Alacant que en una iniciativa pionera, dispone de una casa donde estas personas puedan tener una vida con la mayor calidad posible. La organización dispone de un complejo de mil metros cuadrados dotados de unas instalaciones que se dividen en un centro específico de terapias junto a la vivienda tutelada.

El proyecto es concertado, con una inversión mayoritaria por parte de la Generalitat que se complementa con fondos de la propia fundación.

En la vivienda luminosa y alegre, seis jóvenes con diversidad funcional severa conviven a diario en un ambiente distendido y lúdico junto a sus cuidadores. Todo para buscar una mejor comunicación y un mayor vínculo entre ellos, algo «fundamental» para que su desarrollo sea «lo más positiva posible» tal como señala la presidenta de la fundación, Anne Marie Otten, siempre pendiente de sus chicos y chicas.

Otten asegura que su principal objetivo es «ofrecer una vida a estas personas y a sus familias». Buscan que «este modelo nuevo se multiplique y se reconozca» en otras Comunidades, dado que ofrece un servicio «muy completo» que atiende a las principales necesidades de una persona que sufre un grado tan alto de discapacidad. Explica, además, que supone un balón de oxígeno para muchas familias que necesitan un descanso; resetear para seguir pendiente de sus hijos e hijas. De hecho, hay familias que han encontrado en la Fundación Lukas una solución después de 20 años sin poder tener un respiro.

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Un refugio en Sant Joan para las personas con discapacidad severa

El día a día en el complejo comprende actividades tanto al aire libre como en el interior de la vivienda. Su modelo basa el ocio en ejercicios con sus cuidadores, deportes adaptados, paseos en bicicletas eléctricas y actividades en piscina climatizada. «Todo el abastecimiento de las infraestructuras se consigue a través de plazas solares», subraya Otten, puesto que «sería inasumible el coste si fuera de otra manera». Por su parte, Inmaculada Grimal, trabajadora social de la fundación, detalla que con esta vivienda tutelada «queremos dotar a estos chicos y a sus familias de los mecanismos que faciliten la convivencia entre ellos con la sociedad, para que sea un recurso más normalizado». Todo ello bajo el trato «digno» que se merecen.

«Llevamos más de tres años trabajando, desde octubre del 2016, y hemos observado una mejora muy significativa en todos los chicos y chicas», valora Grimal. Ambas trabajadoras reivindican un mayor apoyo por parte de las administraciones públicas, sin olvidar que la Generalitat ya participa activamente. «Estamos negociando con la administración para que el módulo económico se reconozca según las necesidades que tenemos en la fundación», cuentan, puesto que la administración no reconoce aún el número de cuidadores necesarios para centros de discapacidad funcional severa, y sí para la discapacidad leve.

Por último, señalan que el 2018 realizaron 1.400 terapias, y este año ya se han superado.

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