Rota de dolor, Sant Joan d'Alacant se despidió ayer de su hijo adoptivo Isidro Buades, cronista oficial de la villa y persona muy querida en la localidad. Su emotivo funeral sirvió de último adiós y homenaje para Buades, por el que el Ayuntamiento ha decretado siete días de luto y que ha dejado una profunda huella en el municipio.

El domingo se sucedieron incontables muestras de cariño y condolencias en la capilla ardiente instalada en el tanatorio Santa Faz, hasta que ayer a las 16.00 horas tuvo lugar el funeral en la parroquia de San Juan Bautista, que se quedó pequeña para que los santjoaners mostraran su cariño por Buades, fallecido a los 90 años tras sufrir hace un mes un infarto cerebral que finalmente no logrado superar.

Esta Iglesia, a la que Isidro acudía con frecuencia, se llenó por completo, con gente de pie en los laterales y fuera, que no pudieron pasar y se quedaron en el atrio del templo. Y sobre el féretro, a los pies del altar, se depositó la capa del Cristo de la Paz, del que era fiel devoto.

El cronista oficial de Sant Joan unió en su despedida a representantes de la práctica totalidad de partidos políticos, y de entidades y asociaciones locales, incluidas personas que no es muy habitual ver por la iglesia. Y a los vecinos de Sant Joan se sumaron amigos de El Campello, Mutxamel y Alicante.

El funeral fue oficiado por seis sacerdotes, presididos por el párroco de Sant Joan, Roque Jiménez, que leyó una semblanza de Isidro, una persona que «entregó su vida a letras y la fe». Al finalizar la ceremonia, se leyó un poema en valenciano escrito por el propio cronista, en el que añoraba la infancia que vivió en la Albufera que lo vio nacer en 1928 con su familia, en plena Horta d'Alacant, con unos seres queridos y en un tiempo que Isidro siempre tuvo en su memoria.

Del mismo modo la Real Academia la Cultura Valenciana, de la que era miembro, envió sus condolencias a la familia.

Tras el funeral, el féretro fue trasladado al cementerio de Sant Joan, donde Isidro Buades recibió sepultura tras haber dejado en vida una huella imborrable en Sant Joan.