El Casco Antiguo de Xixona sigue deparando sorpresas arqueológicas. Unas obras han sacado a la luz una antigua fuente que se remonta al menos al siglo XVIII, y que va a ser puesta en valor por el Ayuntamiento. El hallazgo se registró a principios de junio en las inmediaciones de la Església Vella, durante unas obras de saneamiento y antihumedad en la pared en la que se asientan las escaleras que comunican la calle Fuente Nueva con la calle Plaza Nueva.

Según el estudio realizado por el cronista oficial de Xixona y técnico de Cultura, Bernardo Garrigós, apareció una estructura cuadrangular de 60 x 60 cm realizada con piedra, que estaba tapiada con mampostería. Tras eliminarse la primera capa de mampuesto se observó un relleno de materiales cerámicos, y tras retirarlo se pudo comprobar la existencia de una fuente de agua para el aprovisionamiento de las viviendas aledañas.

La estructura de la fuente parece en buen estado salvo en su parte superior, donde las losas fueron retiradas hace décadas para colocar cuatro tubos de plástico para aprovisionamiento del servicio telefónico y eléctrico. La fuente presenta una forma abovedada y cuenta con tres piletas. Sus dimensiones interiores son de 75 cm de altura, 60 cm de ancho y de 130 cm de profundidad. Al fondo de la misma y en su parte inferior derecha aparece un tubo cerámico por el cual entraba el agua de 14 cm de diámetro, que era depositada sobre un recipiente de forma oval (de 59 cm de ancho, 50 de largo y 55 de profundidad), que una vez colmatado enviaba el agua a otros dos más pequeños situados en la parte delantera y a un nivel inferior, que poseen desagües.

El agua de las dos piletas pasaba por el desagüe a una acequia que descendía por los aledaños de la Iglesia Parroquial, posiblemente por la calle Fossar, para depositar el agua sobrante en la balsa de Crespo, situada en el punto de encuentro de las calles Josep Hernández Mira y Avinguda de la Constitució.

Según los datos recopilados por Garrigós, en el siglo XVIII ya existía esta fuente, llamada del Grifo, aunque no ha aparece ningún grifo en ella, situada delante de la puerta de acceso al Forn de Oliveros por la plazoleta de la Església Vella. A mediados del dicho siglo fue cegada y trasladada un poco más abajo, a la placeta existente a espalda de la Iglesia Parroquial, en el punto que unen las escaleras del Fossar con la calle Galera. «En este nuevo emplazamiento no tuvo que estar mucho tiempo, puesto que en 1779 el párroco solicitó su traslado a su antiguo emplazamiento por la humedad que su acequia estaba provocando en la pared norte del templo. Además, aquella zona estaba en obras porque en 1777 ya había comenzado la construcción de la capilla de la Comunión, por lo que pudo influir en su traslado».

«Esta fuente probablemente estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo XIX. En 1897, con la puesta en funcionamiento del servicio de agua potable, es posible que se acordara cambiarla de ubicación. Posiblemente fuera cegada a principios del siglo XX, como así lo manifiestan los restos de materiales encontrados», concluye el cronista.

Entre estos restos, que se sitúan entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, sobresale el cerámico, aunque también se han conservado materiales de hierro y vidrio. Los recipientes cerámicos, a simple vista, se podría catalogar en material de cocina, con ollitas y ollas que habían sido puestas al fuego; de servicio, con platos, tazas y fuentes de porcelana; y de almacenamiento de aguas, con cantaros y botijos.

La alcaldesa Isabel López (PSOE) explicó que se va a poner en valor esta fuente y están estudiando las medidas a tomar para conservar este vestigio de hace 300 años.