24 de junio. Festividad de San Juan, patrón de Sant Joan d'Alacant, en cuyo honor se levanta la primigenia iglesia de San Juan Bautista, que data del siglo XIV. En un templo donde hoy domingo, más de 700 años después de tener los primeros datos históricos acerca de sus construcción, se celebrará una misa mayor y una procesión con motivo de las Fiestas de Hogueras, de las Fiestas Patronales de la localidad.

Las personas que hoy entren en el principal monumento histórico que conserva el municipio, se percatarán de las numerosas deficiencias que soporta. Unas ocasionadas por el desgaste natural del edificio, sujeto a varias ampliaciones y reformas, y otras por las consecuencias de determinadas decisiones urbanísticas que han provocado daños estructurales en el inmueble, situado en pleno casco histórico, junto a una antigua carretera nacional, por donde circulan a diario cientos de vehículos.

No hace falta cruzar el umbral de la puerta para percatarse de los graves problemas que presenta el suelo del atrio. Las losetas de piedra están hundidas varios centímetros, especialmente frente a la cochera donde se guarda la carroza del Cristo de la Paz, junto a una zona destinada a aparcamiento de carga y descarga que rara vez no soporta el peso de coches.

Hace un par de años, el área de Urbanismo realizó unas obras sobre el terreno que es propiedad del Ayuntamiento de Sant Joan, en el espacio de la acera. Sin embargo, en la zona que delimita el entorno del templo, que es propiedad de la iglesia, no se tocó nada. El párroco, Roque Carlos Jiménez es consciente del mal estado que presenta esta zona ajardinada, protegida durante muchos años por una valla de piedra y forja de la que hoy se ve tan solo una esquina a título simbólico. «Mientras no se pongan más medidas para que no entren coches en este lugar, cualquier arreglo no será definitivo», explica el sacerdote, que hoy en día se muestra partidario de recuperar la antigua verja para «proteger el perímetro, evitar que pasen vehículos y, al mismo tiempo, ganar en seguridad, con niños que salen de la iglesia y están a dos pasos de la carretera», comenta Jiménez.

Nueva vidriera

Un día de gran afluencia de fieles, como este domingo, también será bueno para conocer cómo es la nueva vidriera, situada en la fachada principal del templo. Un elemento decorativo que no se ha cambiado por gusto. Hace unos meses, la antigua vidriera se desprendió de su soporte. La lluvia había dañado el bastidor de tal manera que existía riesgo de desprendimiento hacia el exterior del edificio, en plena puerta principal. De manera urgente, se desmontó la ventana y un mes después se ha instalado la nueva vidriera, obra de Cervi Taller Artístico, una empresa ubicada en Humanes (Madrid), especialista en decoración artística. El coste de la vidriera, que muestra un rosetón con el «Ecce Agnus Dei» (Cordero de Dios), ha sido de 4.500 euros. En este precio se incluye un mecanismo de apertura con mando a distancia que permite abatir la zona central de la cristalera para que entre el aire natural ciertas horas al día y permita refrigerar el templo parroquial.

Por muchas obras que se han acometido en las últimas tres décadas, algunas de gran envergadura y coste como las que finalizaron hace tres años, en las que se dedicaron unos 300.000 euros a obras de emergencia ante el riesgo de hundimiento de una zona del techo de los salones parroquiales, el principal enemigo del templo es la humedad. Y en este caso la «zona cero» se encuentra en la capilla del Rosario, dedicada la patrona de Sant Joan, a la que, a la vista está, no se le trata con excesivo esmero. Las paredes de esta capilla presentan numerosos desconchados y grietas, que ya han ocasionado el traslado de alguna imagen a otra estancia algo más segura. A raíz del derrumbe de la casa parroquial, pegada a esta capilla, se eliminó la barrera física que obstaculizaba, en parte, la influencia del agua que circula por la rambla natural que cruza el casco histórico de Sant Joan. Por muchas goteras que se arreglen o sistemas de ventilación, la humedad causa estragos. Y para combatirla, la iglesia ya dispone de un presupuesto de 38.000 euros. Con esta cantidad, el párroco confía que se pueda sanear, pintar, reparar y restaurar la infinidad de desperfectos que muestra la capilla.

Y a la espera de la valoración y presupuesto, se encuentran la sacristía mayor (con el techo muy dañado), la girola que rodea el altar mayor, incluida la escalera de acceso al camarín del Patrón y la pintura global de toda la nave central y sus capillas laterales.