La falta de matrícula y la escasez de medios materiales y humanos es un problema casi endémico de la escuela rural, que contribuye en gran medida a que la lucha por la supervivencia sea una batalla constante, curso tras curso. Estos centros suelen encontrarse, además, con el problema de una normativa que a veces no responde a sus necesidades específicas, y que si se aplica a rajatabla puede acarrear el cierre de colegios con relativa facilidad. En los últimos años la administración se ha mostrado más flexible en este aspecto, pero pese a todo son muchos los docentes de escuelas rurales que insisten en demandar un modelo legislativo propio para ellas, que ampare de manera clara aspectos como el compartir maestros o instalaciones concretas con otros colegios más grandes o con institutos, y que ponga en valor su método pedagógico, que destacan como más arraigado al entorno.

En la provincia de Alicante son más de 40 los colegios que no llegan a tener un aula por curso. Uno de ellos es el de La Torre de les Maçanes, con 18 alumnos. Llúcia Torregrosa, una de las maestras del centro, incide en que «aquí hay un contacto directo con el medio y con la sociedad» y una «atención personalizada» tanto a los escolares como a los padres. La docente alude a ejemplos como que en las clases de Educación Física o Conocimiento del Medio puede haber contacto con la naturaleza y con los cultivos tradicionales a las mismas puertas del colegio, o que las profesiones pueden aprenderse sólo con visitar los comercios y empresas del pueblo. Sin embargo, lamenta el «falso mito de que los niños van a estar mejor un centro más grande» y con más medios, y el miedo a que eso pueda hacer un «efecto dominó» de padres que cambien de colegio a sus hijos.

En opinión de Llúcia Torregrosa, «es una lástima que los propios estudiantes de Magisterio desconozcan este modelo», una sensación similar a la que expresa su hermano Pau, también maestro y que ejerce como docente de refuerzo varias horas en el mismo colegio de La Torre de les Maçanes. A su juicio, la figura del colegio rural agrupado (CRA), la única específica que existe por ahora para estos centros, «es un buen modelo, que dignifica y da calidad a esta enseñanza, pero difícil de aplicar cuando una escuela no está cerca de otras con las que poder fusionarse», como ocurre en La Torre. Desde su punto de vista, «una alternativa podría ser que un colegio pequeño pudiera asociarse a otro más grande como un proyecto educativo único», ya que eso supondría la existencia de «coordinación pedagógica, facilidad para las actividades extraescolares y estabilidad de plantilla». Pau Torregrosa cree que «si la administración es flexible, se podría implantar, y optimizar así medios materiales y humanos».

Opción en estudio

Una reivindicación en este mismo sentido plantearon ya el año pasado varios CRA de toda la Comunidad Valenciana. Desde la Conselleria de Educación señalan que en estos momentos «hay un grupo de expertos trabajando acerca del modelo que queremos aplicar en CRA y centros incompletos, con el objetivo doble de no cerrar escuelas y evitar que el alumnado deba hacer desplazamientos excesivos». Pero mientras se concreta, la solución pasa por compartir maestros o la colaboración entre centros, a iniciativa propia.

Esta última fórmula es la que emplean en El Bacarot y El Verdegàs, dos pedanías del municipio de Alicante que tienen cada una su pequeña escuela rural, con 38 y 28 alumnos respectivamente. Los directores de estos centros, Mari Barcons y Miguel Morán, señalan que «la falta de medios hace que todo cueste más», aludiendo a problemas como la falta de comedor escolar o de personal administrativo. En contraposición a ello, señalan, «desarrollamos una metodología activa, práctica e individualizada, e interactuamos con la comunidad» hasta el punto de ejercer de «difusores culturales» de sus respectivos entornos.

Barcons y Morán consideran también que «la Conselleria de Educación debería hacer una apuesta» por este modelo de escuela pequeña «más social» y en la que el aprendizaje práctico tiene más peso. Y en su caso, además, añaden un factor que puede ser extrapolable a más centros situados en pedanías, tanto de Alicante como de otros municipios: «Que el Ayuntamiento tenga en cuenta que somos núcleos de población y no barrios» a la hora de tener en cuenta criterios demográficos. Estos dos centros, de carácter rural pese a estar a las mismas puertas de la ciudad, comparten tres maestros especialistas y un gran número de actividades, pero por ahora no contemplan la opción de fusionarse en un CRA.