«Si me queréis, no me lloréis». Es el epitafio que Luisa Pastor Lillo eligió para su último adiós. Una petición que a muchas de las personas de su entorno, llenas de emoción, les costó poder cumplir. Las palabras de elogio fueron constantes: calidad humana, cercanía, buena persona, una mujer que hizo mucho por su pueblo... y muchas lágrimas sinceras de pesar. San Vicente del Raspeig se concentró ayer en la Iglesia de San Vicente Ferrer para dar el último adiós a la que durante 14 años (2001-2015) fue su alcaldesa, una mujer que ha dejado una impronta que ayer se encargaron de remarcar vecinos y políticos.

El entierro se convirtió en un acto multitudinario y emotivo. Fueron cientos las personas que acudieron, aunque muchas tuvieron que quedarse a las puertas porque no cabía un alfiler para acoger a quienes quisieron despedir a la primera alcaldesa y primera mujer presidenta de la Diputación.

Durante la sentida homilía, el párroco Miguel Ángel Cerezo contó algunas de las cosas que hace apenas dos semanas, el día de la bajada del Santo, Luisa Pastor, que sentía devoción por San Vicente, le contó, entre ellas su voluntad de colocar en su lápida el epitafio, atribuido a San Agustín.

«Es un momento especialmente triste y doloroso», comentaba Maribel Buitrón, de protocolo de los Moros y Cristianos, quien se fundió en un abrazo emocionado con el presidente de las fiestas, Saúl Ríos. Estuvieron presentes las entidades culturales, deportivas, festeras, vecinales y sociales del municipio. «Sería un sacrilegio no venir, con todo lo que ha hecho», decía una mujer a otra en el interior de la iglesia. Funcionarios del Ayuntamiento y también de la Diputación acudieron al funeral y miembros de las brigadas municipales se distinguían por su trajes en el templo.

La Policía Local escoltó el féretro hasta la calle Mayor, donde sus familiares lo portaron hasta la puerta de la iglesia. Iba envuelto en la bandera de la Comunidad Valenciana y la de San Vicente y, sobre ellas, una rosa roja. Recibió aplausos en la plaza y a su entrada en el templo. Tras el oficio, la familia se situó tras el féretro para recibir las condolencias de quienes acudieron a despedir a Luisa Pastor. Sobre él colocaron una fotografía de la fallecida y su marido, el también desaparecido José Ramón García Antón.

Compañeros de la política

Al funeral asistieron, entre otros, el presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez, y su homólogo de Castellón, J avier Moliner, el delegado del Gobierno en la Comunidad, Juan Carlos Moragues, y el subdelegado del Gobierno, José Miguel Saval; numerosos compañeros del Partido Popular, entre ellos la presidenta en la Comunidad, Isabel Bonig; el presidente provincial, José Císcar, y también el expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, con quien fue conseller su marido García Antón; representantes de las comunidades de Regantes como Andrés Martínez, también Ángel Urbina, la presidenta de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Mª Ángeles Ureña; el director general de Hidraqua, Francisco Bartual; numerosos alcaldes como el flamante de Alicante, Luis Barcala, de Benidorm, Manuel Pérez Fenoll, de Orihuela, Emilio Bascuñana; de Mutxamel, Sebastián Cañada; exalcaldes como Miguel Valor de Alicante; Jaume Lloret de la Vila, Mónica Lorente de Orihuela, Mercedes Alonso de Elche. También senadoras como Asunción Sánchez Zaplana y Adela Pedrosa. Por parte de la Universidad de Alicante estuvieron los exrectores Antonio Gil Olcina e Ignacio Jiménez Raneda. Del mismo modo, también acudieron la directora del Hospital de San Vicente, Mª Ángeles Rueda o el empresario Enrique Ortiz, así como miembros de todos los partidos políticos del municipio. El alcalde de San Vicente, Jesús Villar, anunció que, a petición del PP, el Ayuntamiento celebrará un pleno extraordinario para concederle la medalla de oro de la ciudad.